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  • Foto del escritorMario Alegre-Barrios

La Casa de los Contrafuertes, creación y resistencia

Actualizado: 27 jun 2021



ÉL VE LA CASA DE LOS Contrafuertes como un ojo de agua, como un manantial inagotable; ella, como un proyecto de resistencia. En la convergencia de estas avenidas, se gesta una obra de arte en sí misma, en su estructura y filosofía, siempre -siempre- en proceso, como la vida.


Enclavada en la Plaza San José --al lado de la iglesia del santo del mismo nombre, en el Viejo San Juan-- La Casa de los Contrafuertes sobrevive como una suerte de oasis en el corazón de lo que alguna vez fue un efervescente escenario para las artes plásticas en el que hubo infinidad de espacios dedicados a esta disciplina en sus expresiones más diversas, tanto para la creación y la exhibición, como para la crítica y la reflexión.


A un año de cumplir su primer decenio en su etapa más reciente --con los artistas Charles Juhasz-Alvarado y Ana Rosa Rivera como binomio director--, La Casa de los Contrafuertes enfrenta con nuevas ilusiones el final de la pandemia desde el compromiso de esta pareja que ni aun durante este largo y espinoso periodo cesó de articular y promover actividades artísticas y culturales en el casco sanjuanero, siempre en observación de los protocolos sanitarios establecidos por el Gobierno, siempre con el espíritu de seguir siendo oasis dentro de la incertidumbre.


Hace un par de sábados Charles y Ana Rosa hicieron un breve paréntesis en su quehacer habitual como anfitriones en Contrafuertes y dedicaron un rato a evocar el camino recorrido como rescatadores de este espacio, desde la época cuando --en el año 2012-- se hizo la convocatoria para la Trienal --antes Bienal-- del Grabado Latinoamericano y del Caribe, con el tema de la colaboración, del trabajo en equipo, en contraste a la noción tradicional del artista que crea en solitario.


Invitado a ser parte del evento, Charles concibió la idea de participar con un edificio como obra colaborativa, en alguna estructura abandonada, quizás en Ponce como primera opción y que derivó a la ciudad capital poco antes del inicio de la Trienal, precisamente al edificio al que --desde entonces-- ambos han dedicado buena parte de su tiempo, la edificación civil más antigua de San Juan y que antes había sido sede de varios museos, entre ellos el de la Farmacia y el del Grabado.


Conversamos en el Salón de Lecturas, con el prólogo de su gato -o gata, no pregunté- y la banda sonora del ruido de la calle San Sebastián y las campanadas de la Iglesia San José, sentados frente a las mesas hexagonales que sugieren la idea del panal --de la colmena, de la colaboración-- emblema del credo con el que Charles y Ana Rosa han trabajado en Contrafuertes durante los pasados nueve años, codo a codo --como dice Benedetti— siendo siempre mucho más que dos y convocando a la vez a que otros artistas polinicen con ellos la iniciativa que actualmente tiene en su agenda cuatro proyectos: la puesta en escena de “Malacrianza”, con el Grupo del 98, de Maritza Pérez -cuya dos últimas funciones en el jardín son hoy sábado y mañana domingo a las 7:30 p.m.- la exposición “Fractura”, de Freeddy Mercado --en despliegue en el segundo piso--, el cartel que honra a Contrafuertes, creado por el maestro Luis Alonso,- en la galería de la entrada- y el filme “Rapto”, de Cristina Lugo, en el canal de YouTube.



Nueve años después, ambos siguen viendo Contrafuertes como una obra de arte, siempre en proceso, siempre inacabada y --por necesidad-- inacabable, porque la obra fundamental es generar actividad artística y cultural, a cargo de sus propios hacedores, compartiendo espacios y recursos, esfuerzos e inquietudes, nutriéndose mutuamente.


Lo reitera Charles mientras Ana Rosa atiende una de las visitas guiadas programadas para esa tarde que comenzó soleada y que en ese momento ya es de agua, con un diluvio que desprende de los adoquines ese olor tan peculiar que tiene la lluvia en el Viejo San Juan.


Si bien es cierto que todo el trayecto a bordo de Contrafuertes ha sido una aventura, Charles asevera que --sin duda-- el proyecto más singular de todos hasta ahora ha sido la exposición “Haití aquí”, en el 2018, que “todavía resuena y es parte de la naturaleza de esta nueva era de Contrafuertes”, así como un concierto a cargo de la nieta de Angelamaría Dávila --una noche extraordinaria-- y la actividad en tributo a Pedro Pietri, con poetas locales y de la diáspora boricua en Estados Unidos, con este personaje como metáfora del puente, de las dos orillas siempre en contacto a pesar del mar que hay de por medio.


Y también lo actual --reitera lo de Freddy Mercado y Luis Alonso, lo de Cristina Lugo y Maritza Pérez--, porque cada proyecto es único e irrepetible dentro del proceso continuo de Contrafuertes, que sobrevive gracias al trabajo y voluntad de Ana Rosa y él, con la colaboración de sus cómplices y el apoyo de alguna pequeña subvención aquí y allá, los donativos por las visitas a sus espacios y la ayuda solidaria de un puñado de amigos fieles que ayudan para el pago del internet, del agua y de energía eléctrica.


Casi todo queda en el vídeo de esta página, donde es elocuente la pasión y el amor con el que ambos se expresan sobre Contrafuertes, sobre esa apuesta constante al arte que entraña riesgo, al arte que no tiene la complacencia estética como primera intención, el arte que confronta, en ocasiones desde los márgenes, con frecuencia como el espejo de una realidad que dice sin reparo las verdades que a menudo se pretende ignorar.



Charles asiente: el arte que suele gestarse en Contrafuertes no es fácil, quizás acaso solo porque exige reflexión, quizá tal vez solo porque provoca al pensamiento, porque rechaza que su fin esté vinculado al ocio o al dinero.


Ana Rosa se une luego de atender su visita guiada y pone de relieve su percepción de Contrafuertes “como un proyecto de resistencia”, porque el mismo adquiere sustancia en el Viejo San Juan, “donde antes había una comunidad de artistas mucho más marcada de lo que hay ahora, cuando muchos se están mudando o ya se fueron”, mientras que Charles menciona su metáfora del ojo de agua, donde la actividad artística siempre ha existido y que, aun cuando ha parecido extinguirse, ha renacido una y otra vez.


Y ambos apuestan al relevo, conscientes de que nada ni nadie dura para siempre, claros en que, aun las historias más hermosas --si duran lo suficiente-- siempre terminan con la ausencia. Los escucho y pienso que sí, que tienen razón, pero también pienso que hoy que es en las de ellos, La Casa de los Contrafuertes no puede estar en mejores manos. Visitémoslos y apoyémoslos, corramos la voz y seamos todos parte de la obra siempre en proceso que es este espacio donde el arte florece todos los días.


Para más información, escribir a contrafuertes@gmail.com. Para la obra "Malacrianza" se sugiere un donativo de $10.00. Los visitantes podrán disfrutar también de la exposición de Freddy Mercado, y del cartel del maestro Luis Alonso.











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