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Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Clausura el Casals con obras de Sierra y Mozart


EN UNA EDICIÓN extraña, atípica –como extraña y atípica es la situación de la Isla en esta realidad nuestra ya no tan nueva pero sí más deteriorada luego del huracán de hace seis meses– el Festival Casals finaliza hoy sábado a las 8 p.m. en Sala de Festivales Antonio Paoli del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré, con un programa integrado por la Sinfonía Núm. 4 de Roberto Sierra y la Misa de Réquiem –la misa de difuntos– de Wolfgang Amadeus Mozart.

La Orquesta Sinfónica de Puerto Rico –con el maestro Maximiano Valdés en el podio– estará acompañada por la Coral Filarmónica de San Juan –dirigida por la maestra Carmen Acevedo Lucio– y un cuarteto de solistas que consta de la soprano Zulimar López, la mezzosoprano Celia Sotomayor, el tenor Joel Prieto y al bajo Hernán Iturralde.

–Nunca se debe empezar ni terminar temporada con un Réquiem… pero en este caso esta obra de Mozart es tan popular y hacia tanto tiempo que no se programaba en el Festival Casas, que por eso decidimos programarla –dije el maestro Valdés poco antes del inicio del ensayo del pasado jueves, mientras los músicos de la Sinfónica discutían a puerta cerrada si tocaban o no debido a una seria disputa con la administración por la falta de pago de unos adeudos–. Hay que recordar que este Festival nace en un momento muy difícil: hasta diciembre estaba “en veremos”. Lo hicimos con muy poco tiempo y naturalmente en la contratación hubo que aceptar las sugerencias de los artistas que querían venir. Al final, siento que la oferta que hemos presentado ha sido muy valiosa.

El maestro Valdés pone de relieve que uno de los grandes atractivos de este programa de clausura –además del repertorio– es que “tres de los cuatro solistas son puertorriqueños de muy alto nivel, además del coro de Carmen Acevedo y estrenamos la que es posiblemente la sinfonía más seria de Roberto Sierra, desde el punto de vista de su lenguaje musical”.

–Sobre la obra de Mozart se ha hecho tanta investigación histórica y estilística, que el acercamiento natural de cada director al Réquiem esté filtrado por todo ese análisis con el referente de cómo fue escrito originalmente y de todas las versiones que se han hecho –explica–. Me eduqué en Italia, por lo que tengo una mejor visión del Mozart italiano que del Mozart alemán… por eso mi versión está más cerca de este estilo. Trato de acercarme de la manera más natural posible a lo que el texto significa y a lo que la melodía indica. Quiero que sea un Mozart absolutamente honesto y natural.

Por lo que respecta a la obra de Sierra, el maestro Valdés explica que es una sinfonía en cuatro movimientos.

–En los dos primeros, él por primera vez se abstiene de usar lenguaje folclórico –señala–. En ese sentido hay un acercamiento al minimalismo norteamericano que recuerda a John Adams y un uso de la orquesta mucho más tímbrico que otras veces. En el tercer movimiento volvemos a mundo de Roberto, con un bolero. Y ya el último movimiento es francamente popular.

Con los solistas

Hernán Iturralde –argentino y quien iba a venir a cantar “Tosca” en octubre pasado, hasta que el huracán lo impidió– dice esa suspensión lo dejó “muy ansioso, con deseos de concretar el viaje”.

–No me puedo ni imaginar lo que realmente se vivió aquí con ese desastre –comenta–. Al llegar, no tengo tan claro aún la verdadera dimensión de lo que ocurrió.

Celia Sotomayor –quien desde hace una década reside en Viena– señala que ella estuvo en Oricios hace tres meses “y que está impresionada aún por el recuerdo cómo era la Isla y cómo la vi ahora”.

–Mucha, mucha destrucción, pero me da mucha esperanza ver el positivismo del puertorriqueño –dice ella–. Todavía mucha gente sin luz… les llevas una serenata y la ente se emociona.

Joel estaba en Dresde, ensayando “Los Troyanos”, de Berlioz, “y fue muy impresionante ver en las noticias la magnitud de lo que venía para Puerto Rico… cuando hablaba con mi gente de acá como que no tenía una idea muy clara de lo que se trataba, hasta que ya estaba casi encima”.

–Yo estaba hablando con mi madre en medio de la tormenta… mi familia vive en Cayey –recuerda–. “Ya estaban sacando agua… de pronto el celular se quedó sin señal y no supe nada de ellos sino hasta tres días después… me daba terror lo que aquí se estaba viviendo y yo sin poder hacer nada, viendo desde Alemania las imágenes de destrucción de Puerto Rico. Cuando finalmente, al tercer día, mientras ensayaba, entro una llamada de mi madre para decirme que todos estaban bien. Todos mis colegas en el escenario me abrazaron y comencé a llorar.

En el caso de Zulimar, su esposo Gilberto estaba en Kuwait “y me pasó lo mismo que a Joel: perdimos comunicación durante tres días”.

–Él estaba desesperado por saber de acá y yo desesperada por dejarle saber que estaba bien –explica–. Las noticias que le daban a él allá en la Guardia Nacional era muy generales y preocupantes. Lo último que me dijo antes de que pasara el huracán fue que cogiera a los perros y buscara un lugar seguro… fue una pesadilla.

Y ahora Mozart… y el poder de la música para sanar, para restañar las heridas que todavía están a flor de piel.

–Espero que así sea… –murmura Hernán.

–La música tiene un atributo muy especial, muy espiritual… no precisamente en el sentido religioso, sino de que llega al centro de lo que somos –comenta Joel–. Y precisamente en estos momentos, más que nunca se necesita…. en un Festival que por poco no se da. Ha quedado demostrada en todos estos meses la importancia que tienen las artes para un pueblo.

–Hacer estos es absolutamente pertinente y necesario –asevera Zulimar–. De la misma manera como me pasó cuando cante el Réquiem la primera vez, como parte del coro, ahora que lo hago como solista, y también como espectadora, confirmo que es una obra que nos hace pasar por una catarsis emocional… y nosotros, como artistas, lo necesitamos… el pueblo lo necesita.

–Me ilusiona mucho tener la oportunidad de darle a la gente un poco de paz cantando esta música maravillosa –dice Celia–. Esperamos que el público salga del concierto inspirado y con la ilusión renovada. El arte une a la gente y nos da esperanza para un nuevo comienzo. Me siento más que honrada con esta oportunidad.

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