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  • Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Ana Rosa Rivera teje un nuevo lenguaje con ‘Deshilados”


COMO UNA ODA al proceso, en la exposición “Deshilados” —en el primer piso de La Casa de los Contrafuertes, en el Viejo San Juan— la artista Ana Rosa Rivera nos abre un pasaje a esa dimensión única e irrepetible de espacio-tiempo donde la idea deja de serlo, evoluciona y —en simbiosis con el entorno— se convierte en objeto.


Con una larga trayectoria artística y múltiples reconocimientos, la cofundadora y codirectora de La Casa de los Contrafuertes —de la mano de Charles Juhasz Alvarado— materializa así la inspiración que nació en octubre del año pasado, durante su estancia en la Residencia de Artistas Assets 4 en MASS MoCA y que se hizo posible gracias a la beca del National Endowment for the Arts, a través del Instituto de Cultura Puertorriqueña.


Ana Rosa —egresada de la Escuela de Artes Plásticas y Diseño- es reconocida por su trabajo multidisciplinario expuesto tanto local como internacionalmente, con galardones como el Andy Warhol Foundation (2006) y el National Endowment for the Art (1996, 2000, 2003, 2022)— asevera que “me interesa explorar cómo los elementos vernáculos pueden hablar del pasado, mientras tejen un nuevo lenguaje, dislocándolos de su propósito habitual”.


—Me interesa explorar cómo los elementos vernáculos pueden hablar del pasado mientras tejen un nuevo lenguaje, dislocándolos de su propósito habitual —afirma—. Esto lo logro trabajando con escalas irregulares e inusuales, ya sea sobredimensionando o miniaturizando materiales y métodos. En “Deshilados” entrelacé los elementos del espacio de trabajo, las telas deshiladas, las cuerdas industriales y maderas nobles de Puerto Rico, con documentación del proceso mismo de construcción.


Mientras trabajaba en un luminoso y silencioso estudio del MASS MoCA, Ana Rosa fue descubriendo de una manera muy orgánica el sendero que culminó en “Deshilados”, a partir de la grabación en vídeo del proceso para mantener ese registro, no solo como referencia, sino también —y sin pretenderlo mientras ocurría— como parte de la exposición.



En "Deshilados", la artista nos invita a conocer su proceso creativo y a dejarnos llevar por los sonidos y las imágenes que lo enmarcan, para reflexionar sobre nuestra experiencia colectiva

—Más tarde, mientras veía lo grabado, noté los diversos sonidos producidos al deshilar la tela y el golpeteo de las agujas, así como la manera cómo la luz que se derramaba a través de las amplias ventanas del estudio generaba más imágenes de los hilos, las agujas e —incluso— mis manos, visibles desde abajo en las paredes, según el ángulo del enfoque— explica—. Me di cuenta de que estos elementos eran un aspecto integral de mi trabajo. Decidí, por tanto, introducirlos en la instalación a través de una vídeo proyección lumínica que se derrama sobre las esculturas y las paredes adyacentes, mostrando mis manos a través de varias fases de la obra.


Esta proyección está acompañada por una banda con los sonidos que genera este proceso, particularmente el sonido de los hilos cruzando la tela mientras Ana Rosa la deshilaba, así como la resonancia de las bobinas de madera mientras tejía o enredaba varios filamentos.


—El sonido pretende llenar, inundar, el espacio pensando en las voces que nos preceden, así como cada puntada encarna la experiencia colectiva de innumerables generaciones— asevera la artista.


“Un ritual”

Según escribe el profesor Juan Carlos Quiñones en el opúsculo de “Deshilados”, al entrar en la sala donde se despliega esta exhibición, “estamos asistiendo a un ritual”.


“Los ritos —añade— son actos performativos que sacralizan el tiempo y el espacio proliferándolos. El tiempo, indicado por la constante tocata de la madera con la madera, es el trasfondo aural. El espacio se halla pautado por los hilos enhebrados rojo, azul y verde que penden del techo. El sonido prolifera el tiempo. Las esculturas multiplican el espacio. De la misma manera en la que la aguja enhebrada atraviesa la tela llevada por los dedos hábiles de la tejedora conformando zonas materiales estructuradas y bellas, útiles y cargadas de sentido, los elementos de la serie “Deshilados” atraviesan el espacio de la sala y en ese viaje quieto no solo dividen, demarcan y delimitan su volumen, sino que provocan una proliferación, una multiplicación, una diversificación de espacios dentro del espacio”.


El profesor Quiñones acota que “la base cronológica del rito está toda codificada en la repetición”.


“Coser, bordar, tejer son actos poéticos de significación, pero también son actos de codificación”, explica. “Las sogas de lino y de nilón tejidas recuerdan la doble hélice del DNA dónde está contenido el código genético humano, que constituye la totalidad del conocimiento biológico de la especie. Un saber que se transmite genealógicamente a través del tiempo mediante el acto sexual reproductor y que hace de cada ser humano un ser igual y distinto simultáneamente De la misma manera, la proyección representa la transmisión del saber textil desde tiempos inmemoriales hasta el presente, un conocimiento que está materializado en las esculturas que pueblan la sala”.



El espacio

La Casa de los Contrafuertes, sede de esta muestra, es en sí misma una obra de arte siempre cambiante gracias a la dirección, pasión y compromiso de Charles Juhasz-Alvarado y Ana Rosa Rivera que produce y expone la creación artística colaborativa/multidisciplinaria en la que se relacionan artistas del Caribe y sus diásporas con nuestra naturaleza y sociedad. La variedad de su programación incentiva y fortalece relaciones entre diversos sectores del público y cuenta con un programa de residencias para investigación cultural y producción artística. Además, es un punto de encuentro donde se tratan temas que afectan la vida diaria de la comunidad y donde germinan nuevas ideas.


Este espacio está ubicado en la Plaza San José, en el Viejo San Juan, y abre al público de jueves a domingo de 12 a 6 p.m.


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