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  • Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Adriana Vélez Avilés, jerezana con proa a Yale

Actualizado: 15 feb 2020



DE SU INFANCIA EN Isabela han pasado unos cuantos años -no tantos en realidad- y en el camino se ha convencido de que la nostalgia por su hogar y su gente nunca la abandona, de que esa añoranza por su barrio y su playa es incandescente y de que -de alguna manera- le sirve de faro para saber a dónde siempre regresar, sin importar la diversidad de puertos en su navegar y con la certeza de que tiene el talento y el carácter necesarios para la travesía.


Al conversar con Adriana Vélez Avilés es evidente de inmediato que nada en su plan de vida ha sido dejado al azar, que todos y cada uno de los deberes inherentes han sido cuidadosamente pensados y que la bitácora del viaje es el mejor testimonio de la madurez, visión y pasión con la que ella se ha entregado -en cuerpo y alma- a su proyecto como estudiante jerezana a punto de culminar -en mayo próximo- su bachillerato en la Facultad de Ciencias Naturales del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, en ruta ya a comenzar estudios doctorales en Biología Molecular y Genética, en la Universidad de Yale, en New Haven, Connecticut.


La noticia se hizo viral mediante un breve vídeo en el que una conmovida Adriana anunciaba en Twitter que había sido aceptada en tan célebre universidad.


“¡Me aceptaron en Yale! -inicia el texto que acompaña el emotivo vídeo-. Cuando un sueño se convierte en una meta, no hay quien pueda detenernos… Si mi abuelita Nelín estuviera viva, ella hubiera sido a quien primero hubiera llamado hoy, lo sé. Mi mayor inspiración y ejemplo de la mujer en la cual aspiro a convertirme”.


Adriana explica que comenzó en la UPR de Aguadilla, como parte de un programa piloto de la escuela pública donde estudiaba en el que -si sacaba más de 3,000 puntos en el College Board y tenia excelencia académica-, podía entrar a la universidad directamente desde el grado once.


-Siempre quise estudiar en la IUPI, siempre fue mi primera opción -asevera Adriana con gran aplomo-. Cuando me aceptaron en el UPR, entré en Aguadilla por lo cerca de mi hogar y porque en ese entonces ni siquiera tenía la licencia de aprendizaje para conducir. Para mis padres era más viable llevarme ahí. No fue sino hasta mi segundo año cuando, decidida a estudiar investigación, pude venir a Río Piedras. Ese salto fue difícil porque, además de que no me sentía preparada para ser universitaria, era una estudiante de high school, muy apegada a mi hogar y todo ocurrió de repente.


Con una vocación infantil que parecía derivar hacia el Derecho -“siempre fui muy vocal”, asevera- Adriana recuerda que el viraje hacia las ciencias ocurrió al ver la pasión con la que su madre vivía su vocación como enfermera.

-Cuando decidí que quería hacer investigación, decidí cambiarme a Río Piedras -dice con gran seguridad y aplomo la joven que de niña soñó con ser abogada, porque siempre fue “bien vocal” pero, al ver a su madre como enfermera, derivó hacia la ciencia.


-Ya estoy ahora en quinto año en la IUPI, terminado mi especialidad en Biología celular y molecular -explica-. Entré cuando acababa de cumplir 17 años… y aquí es donde pienso en la historia de mi abuela y la entrelazo con la mía. Ella, mi abuela, Hilda González, la “Nelín” del tuit, estudió becada en la IUPI y obtuvo una maestría en Educación Especial. En ese tuit la mencioné a ella porque… (se le quiebra la voz y una lágrima le resbala por la mejilla) porque siempre fue mi ejemplo, la única persona en mi familia que tiene una maestría. Mi mamá es enfermera graduada y mi papa artista gráfico. Ella, Nelín, fue mi mejor ejemplo y la perdí justo antes de mi primer internado.


Del último lustro de su vida, Adriana -hija de don Iván Vélez y doña Evelyn Avilés y hermana de Viviana, de 15 años- considera que lo más desafiante ha sido la distancia entre la IUPI y el Barrio Guerrero y la playa de Jobos.


-Soy muy familiar y muy apegada a ellos y mi pueblo -afirma la discípula del profesor Orestes Quesada y miembro del programa MARC (Maximizing Access to Research Careers, por sus siglas en inglés-. Quizá no tan lejos realmente, pero sí dedicada a darle todo mi tiempo a los estudios, sin mucho margen para bajar a casa. También fue muy difícil irme a mi primer internado, a Northwestern, acabando de perder a mi abuela.


Adriana explica que está orientada a hacer “investigación traslacional”, es decir la aplicación en el área clínica de los descubrimientos en las investigaciones de laboratorio.


-Espero hacer un doctorado en Medicina y otro en Investigación -señala-. Y como quiero practicar a Puerto Rico, solicité en el programa que el Recinto de Ciencias Médicas tiene con Yale. Ya fui aceptada en Yale para mi doctorado en Investigación y espero por Ciencias Médicas para mi doctorado en Medicina.


Con una conciencia clara del sendero que está tomando su vida con el ingreso a Yale, Adriana rechaza que ella sea un excepción.


-No quiero que esto se trate solo de mí, en ningún momento -asevera con vehemencia-. Solo soy una representante de un grupo, sobre todo de mujeres que con frecuencia piensan que no pertenecen o no pueden tener un lugar prominente en el mundo de la ciencia… este es un sector dominado por los hombres y me he convencido de eso en este proceso de entrevistas. Somos pocas mujeres y menos las latinas con participación. En muchas de esas entrevistas yo era la única mujer y la única puertorriqueña entre cincuenta entrevistados y eso debe cambiar.

Dedicada por completo a sus estudios, Adriana no se arrepiente por haberse perdido de algunas de las cosas propias de la juventud.


-Por ejemplo, no estuve en mi fiesta de graduación de cuarto año, pero cuando llegó ese momento yo ya tenía 35 créditos acumulados en la universidad y al estar ahí con ese adelanto me dio una satisfacción inmensa -explica-. Estaba ya un paso adelante de una carrera que sabía iba a ser bien larga. Al pensar entre eso y una fiesta y ponerlo en una balanza, la decisión fue obvia y también la mejor. En todo esto les debo mucho también a mis padres, por todo lo que han hecho por mí, con su amor y su apoyo inmensos.


Al pensar en su futuro profesional y científico, Adriana no pierde de vista esa brújula orientada por la nostalgia y la melancolía, que -sin importar a los lugares que pueda llevarla la vida- siempre apunta hacia Isabela, a su hogar, a su familia, a su barrio, a Jobos.


-Además de todos mis proyectos profesionales, solo tengo un gran sueño, que sé que es imposible: estar de nuevo con mis cuatro abuelos… ya solo me queda uno -dice con mirada brillante y la voz apagada-. Pero por todo eso sigo adelante.


Por su parte, el doctor Luis Ferrao, rector de Recinto de Río Piedras de la UPR -además de felicitar cálidamente a Adriana por este logro en su trayectoria académica- destaca que la joven “es un ejemplo de la calidad de nuestros estudiantes y de nuestros profesores”.


“Ver lo que esta joven jerezana está logrando nos llena de un orgullo inmenso y destaca lo que otros estudiantes como ella pueden ser capaces de alcanzar si se dedican comprometidamente a ir en pos sus sueños”, agrega el doctor Ferrao. “Al ver a estudiantes como Adriana, validamos la importancia suprema que tiene nuestra universidad para Puerto Rico y en la vida de nuestros jóvenes. Mis felicitaciones más entusiastas para Adriana y sus padres, con la certeza de que continuará alcanzado sus objetivos y con la petición que jamás se olvide de su alma mater”.

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