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Foto del escritorMario Alegre-Barrios

A mis amigos (y a quienes no lo son)

Hace varios años publiqué en El Nuevo Día -con el título o de "Feisbuc"- la columna que reproduzco a continuación intacta... con genuino cariño a mis amigos (y a quienes no lo son):


Conversaba hace un par de días con un buen amigo -y cuando digo amigo, a eso me refiero- sobre los cambios que trae la edad y la manera como ambos hemos perdido el interés de explicar a cualquiera por qué somos como somos y también de argumentar para sostener alguno de nuestros credos o no-credos, convencidos de que, si lo tenemos que hacer -si lo tenemos que explicar-, en realidad no tiene caso que lo hagamos, porque se supone que no sea necesario, porque -estamos seguros- tampoco serviría para algo.


Hago esta aclaración porque me aparto por un momento de esta norma a propósito de una costumbre muy difundida en Facebook, que consiste en una suerte de chantaje sentimental que incluye reproducir en nuestro muro un mensaje como prueba irrefutable de amistad, de cariño y/o de solidaridad con todas las personas que padecen o padecieron de alguna enfermedad o que enfrentan alguna otra situación adversa.


Quienes nos lo envían lo hacen porque a su vez así les fue solicitado. “Si aprecias que esté en tu lista…”, dicen. “Voy a ver quién se ocupa de la amistad igual que yo…”, alardean. “Me gustaría ver quién se tomará el tiempo de leer esto hasta el final…”, manipulan.


¡Por favor, coño! Lo he dicho antes y lo repito ahora: mis afectos son inequívocos y contundentes, genuinos e incondicionales. A quienes necesiten que yo reproduzca el mencionado mensaje como prueba de que soy su amigo, que los quiero y que soy amorosamente solidario en sus enfermedades y otras penurias, les digo algo con el corazón en la mano: en realidad amigos no somos y nunca lo fuimos. Mis afectos no son así de frágiles y solo espero reciprocidad.


Si tú que lees esto eres mi amigo –mi amiga- de verdad, sé que lo comprenderás. Si no es así, me remito al primer párrafo de esta nota.


Y no, ¡por favor, no copies esto ni lo pegues en tu muro… No me defraudes (que así es que también dicen).

 


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