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  • Foto del escritorMario Alegre-Barrios

La Sinfónica, espectacular y gratuita esta noche


“ESTUDIANTES DE MÚSICA: ¿Y ustedes dónde están? ¡Vengan a nuestra casa que también es la suya!”. Con este binomio de acuciante pregunta y vehemente exhortación, el maestro Rafael Enrique Irizarry sintetiza uno de los grandes desafíos de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico: la creación de un nuevo público entre la vasta comunidad de jóvenes que se forman en el Conservatorio de Música de Puerto Rico, la Facultad de Música de la IUPI y las escuelas de música que proliferan a través de la isla.

La invitación es para el concierto gratuito que nuestra principal institución musical ofrecerá esta noche –a partir de las 7– en la Sala Sinfónica Pablo Casals, con un seductor programa integrado por la obertura a “Candide”, de Leonard Bernstein; "Los Preludios", de Franz Liszt; la obertura a la “Gran Pascua Rusa”, de Nikolai Rimsky-Korsakov; la ‘Marcha húngara, de “La Condenación de Fausto, de Héctor Berlioz; la “Obertura Trágica, de Johannes Brahms; y el “Capricho italiano”, de P.I. Tchaikovsky.

Elocuente e intenso como suele ser, el maestro Irizarry –director asociado de la OSPR y quien esta noche estará en el podio– señala que “quiero echar a un lado los clisés amables –pero bastante manoseados– de ‘oferta para toda la familia’ y ‘concierto espectacular’”.

–Hago hincapié en que se abren las puertas de la Sala Sinfónica Pablo Casals para una presentación de nuestra Sinfónica con ella como protagonista absoluta –enfatiza–. Tal función es impostergable en una temporada de aniversario como la que acaba de empezar. Al mismo tiempo, esta “Vitrina de nuestra Sinfónica” es libre de costo para el público. Nunca habíamos llevado a nuestro escenario un concierto gratuito tan ambicioso en sus dimensiones musicales. En él flexionamos la cada vez más imponente musculatura artística de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico. De ahí que lo llamemos “vitrina”. Perdonen la metáfora, pero este es un programa “deportivo.” Todos los componentes de la orquesta tendrán “un turno al bate”, algo que rara vez sucede esto en nuestros conciertos de temporada. Vamos a lucirnos en el repertorio que define carreras profesionales dentro del orbe sinfónico y que es aclamado al paroxismo por los entusiastas de la música orquestal en cada rincón del planeta.

El maestro Irizarry añade que todas las obras que se interpretarán esta noche han estado fuera del repertorio de la OSPR por varios años, no por negligencia, sino porque “hemos estado muy ocupados en la última década”.

–Un acelerado relevo generacional en la Orquesta durante ese decenio, unido al proceso de adaptación a la Sala Sinfónica, nos obligó a reenfocar nuestras prioridades –apunta–. Tuvimos que preguntarnos “¿Dónde estábamos?” y plantearnos “¿Hacia dónde debemos ir ahora?” Con este concierto nos es posible entregar una hoja de logros ejemplar. En ella hacemos afirmaciones concretas sobre nuestra credibilidad artística y relevancia para la gestión cultural y educativa en Puerto Rico.

Asimismo, para el director asociado de la OSPR el repertorio de esta velada tiene un significado “muy entrañable”.

–El “Capricho italiano” es parte de mi infancia –evoca–. Lo recuerdo de una grabación, dirigida por Jonel Perlea, que culminaba con la “Obertura 1812”, también por Tchaikovsky. La “Obertura Trágica” de Brahms formó parte de una visita en 1978 a Carnegie Hall de la Orquesta Sinfónica de Chicago, entonces dirigida por Sir Georg Solti. Esos conciertos -transmitidos aquí por WIPR FM- tenían como anfitrión al inolvidable Norman Pellegrini (1929-2009), voz oficial (¡que voz!) de la orquesta y de la emisora WFNT de Chicago. Escuchar esas difusiones era sacramental; me sacudía la erudición, el don de gentes del Sr. Pellegrini, y el que las ovaciones se extendían por decenas de minutos. De cómo sonaba la orquesta, y de la emoción de escuchar Brahms en aquellas ejecuciones incandescentes, charlamos otro día. Y también está la obertura a la “Gran Pascua Rusa”, obra que es pilar de mis cursos para el Conservatorio. ¡Cuántas veces, y por cuantos años, hubimos de contemplarla en la versión del Maestro Charles Dutoit y la Orquesta Sinfónica de Montreal! Ahora veo a muchos de aquellos estudiantes tocándola en la Sinfónica… y suspiro. ¡Que nadie subestime el inmenso privilegio que es ascender al podio de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico para un concierto como éste!

Finalmente, el maestro Irizarry dice con gran pesar que el pasado jueves falleció quien fuese, por décadas, asistente al contrabajista principal de la Sinfónica, el músico carolinense Enrique Colón.

–“Macolo”, quien proclamaba orgulloso que ese era su apodo, pero raras veces me atreví a usarlo para hablarle, perteneció al legendario comité sindical que enfrentó el único conflicto huelgario vivido por la orquesta, allá para 1976 –dice el maestro–. Este no es el espacio para reseñar esa contienda, pero el Sr. Enrique Colón fue un elocuente y fogoso portavoz de nuestra institución; mucho de lo que hoy otorga dignidad al título “músico de la Sinfónica” se debe a gestiones que él encabezase. Celebramos su memoria y legado a la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico en este concierto especial.

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