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  • Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Guillermo e Ivonne Figueroa juntos este domingo en el Conservatorio


CUANDO LOS ESCUCHÉ tocar por primera vez yo tenía 40 años menos –ellos también– y jamás me hubiese imaginado entonces que cuatro décadas después iba a conversar con ellos y a recordar nuevamente –como lo hago con frecuencia cada vez que charlamos– aquella noche en el Teatro Tapia, acompañado por mi padre –cuarenta años más joven también– en uno de los programas del Festival Casals de 1978.

Desde entonces las carreras de los hermanos Ivonne y Guillermo Figueroa han estado vinculadas a mi vida a través de ese recuerdo, recién mudado yo a Puerto Rico, con la alegría de ir a mi primer Casals acompañado precisamente por mi padre, a quien debo –entre muchas cosas más– mi amor por la música. El repertorio de aquel programa incluyó la quinta de las sonatas para violín y piano de L.V. Beethoven –el opus 24–, y también desde entonces cada vez que mi padre escucha esta obra –me dice él– recuerda a los hermanos Figueroa y su visita de aquel año a Puerto Rico, con mi madre, la primera de varias para ambos que tuvo la última hace ya doce años.

Antes de aquella noche, Ivonne y Guillermo ya habían tocado juntos infinidad de ocasiones como parte de esa tradición familiar tan arraigada en los Figueroa, en ese clan de don Jesús y doña Carmen, de Pepito, Guillermo, Kachiro, Narciso, Rafael, Leonor, Angelina y Carmelina; de los nietos Narciso, Rafael y los propios Guillermo e Ivonne.

Luego de toda una vida en la que siempre encuentran la oportunidad de tocar a dúo, Ivonne y Guillermo lo harán nuevamente este domingo, a partir de las 11 a.m. en la Sala Sanromá del Teatro Guillermo y Bertita Martínez del Conservatorio de Música, en el marco del Festival de Cuerdas organizado por el maestro Francisco Cabán.

 –Francisco Cabán ha organizado este Festival y nos invitó a participar con un recital, y claro que aceptamos –dice Ivonne.

–Nosotros tenemos otros recitales… uno en Florida en dos semanas y luego en Santa Fe… con el mismo programa, así que nos unimos a este Festival con mucho placer –comenta Guillermo, quien vive en Nuevo México, donde se desempeña como director de la Orquesta Sinfónica de Santa Fe.

El programa del recital de este domingo incluye la Sonatina Núm. 1 re mayor, de Franz Schubert; la primera de las sonatas de Prokofiev; una sonata de Ravel y dos piezas más, una de Glazunov y otra de De Falla.

Guillermo comenta que actualmente, además de su responsabilidad al frente de la Sinfónica de Santa Fe, dirige la orquesta del Conservatorio de Lynn University, en Boca Ratón, en el estado de Florida –donde también es profesor– y también dirige un festival de verano en Colorado, llamado “Music in the Mountains”.

–¿Recuerdan la primera vez que tocaron juntos?

–¡Qué nos vamos a acordar si éramos así de pequeños! –dice Guillermo con una sonrisa y un gesto de la mano a no más de dos pies del piso.

–Hubo tantas ocasiones, porque mi papá nos llevaba a todos los sitios donde se pudiese tocar, además de en las reuniones familiares –apunta Ivonne–. Mi papá se encargó de que, desde muy pequeños, mi hermano y yo adquiriésemos la mayor experiencia posible. Tocamos para todas las organizaciones de damas cívicas… en los Leones… en cuanta cosa había.

–Papi siempre estaba muy pendiente de eso, buscando la oportunidad de que pudiésemos tocar en público –dice Guillermo–. Han sido tantas las veces y siempre es diferente. La magia está en la música… cada vez que tocamos estas piezas nos damos cuenta de que nunca se acaban de conocer… siempre hay algo nuevo, algo que está ahí para que io descubramos.

–Siempre hay algo distinto, sin importar las veces que las hayamos tocado… una sonoridad, un tempo… en fin –reflexiona Ivonne.

El recital de mañana será su primera presentación juntos en público luego del huracán de hace seis meses.

–Juntarnos a tocar para la gente es un motivo de gran alegría, primero, por la sola oportunidad de volver a hacerlo nuevamente –asevera Ivonne–. Es un gesto para la esperanza… venimos al Conservatorio, vemos a los muchachos tocando y ya solo eso nos levanta el ánimo. Nosotros los músicos nuca perdemos esa esperanza… como lo han demostrado también los músicos de la Orquesta Sinfónica… todos hemos estado destruidos, pero al momento de sentarnos a hacer música, nos vamos a otro sitio, a un lugar donde la ilusión es posible.

–Viví todo eso a la distancia y fue muy difícil, sobre todo por la impotencia, por la imposibilidad de resolver todo lo que acá estaban pasando –apunta Guillermo.

–Yo tenía un concierto con Guillermo en Miami justamente el fin de semana después del huracán y no hubo forma de salir –dice Ivonne–. Se tuvo que cancelar, pero lo vamos a hacer el mes próximo en Coral Gables.

Luego de varios años al frente de la Sinfónica de Nuevo México, Guillermo está ya en su tercera temporada a la batuta de la Sinfónica de Santa Fe, experiencias que califica como “muy parecidas”.

–En Nuevo México la población no es muy abundante… el 70 por ciento de los músicos que tengo ahora con la orquesta de Santa Fe, estaban conmigo en la New Mexico Symphony, así es que estamos como en familia –explica–. En noviembre tengo en agenda venir a dirigir a Puerto Rico, en un programa muy interesante. Siempre me ha interesado apoyar a nuestros músicos, a nuestros compositores, y comisioné un concierto para flauta y orquesta al maestro Mariano Morales, que será estrenado por Néstor Torres.

En fin… cuarenta años después de aquella primera vez… el tiempo, la música, la memoria.

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