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  • Foto del escritorMario Alegre-Barrios

El Trío Sanromá y el placer puro de hacer música


HACER MÚSICA es para ellos casi tan importante como respirar. No tanto, pero casi. O quizá sí, quizá tanto, porque si no, ¿cómo se explica que, además de todas las responsabilidades que tienen vinculadas a la música y que ocupan buena parte de sus agendas–como lo son su interpretación profesional y su enseñanza– busquen la manera de tocarla siempre que sea posible, sin otras razones que no sean hacerla y disfrutarla?

Por eso –porque para ellos la música es casi como el aire– crearon un trío al que bautizaron como Sanromá, ilusionados con la posibilidad de reunirse para hacer música de cámara solamente por el placer de hacerla y de compartirla, como sucederá este domingo a partir de las 4 de la tarde en el teatro del Conservatorio de Música de Puerto Rico, como parte de la serie “Conciertos en Familia”.

El Trío Sanromá está integrado por los maestros Francisco Cabán Vales –violín-; Luis Miguel Rojas –violonchelo-; y Diana Figueroa –piano- e interpretará un programa que incluirá los tríos Op. 8 y Op. 101 de Johannes Brahms, como parte sustancial de un repertorio en el que también tocarán otras piezas.

Aunque la afición por tocar juntos no es nueva, sí lo es la creación oficial del grupo, constituido como Trío en residencia del Conservatorio de Música de Puerto Rico, donde sus tres integrantes son miembros de la Facultad. Asimismo, los maestros Cabán y Rojas son integrantes de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, el primero como miembro de la sección de primeros violines; el segundo como la primera silla de la sección de violonchelos.

–Teníamos la inquietud de crear un ambiente de música de cámara, no solo para el Conservatorio, sino para todo San Juan, además de lo que ofrecen Pro Arte Musical y el Festival Casals –explica el maestro Cabán–. Estamos muy agradecidos con la administración del Conservatorio por darnos este espacio para ser conjunto en residencia. Se nos da una descarga y esto facilita sacar el tiempo dentro de nuestra labor docente para la ejecución que, para desde el punto de vista académico, es para nosotros la manera de hacer investigación.

–El maestro Cabán y yo habíamos tocado música de cámara muchas veces desde antes de formalizar el trío y en muchas ocasiones llegamos a hablar de hacerlo, pero siempre lo dejábamos para después –señala el maestro Rojas–. También tocamos mucho con Diana y cada vez que lo hacíamos era un disfrute total.

El maestro Cabán comenta que uno de los grandes encantos de la música de cámara es que se trata de “un diálogo” en la intimidad.

–Compositores como Beethoven y Brahms, por ejemplo, utilizaban la música de cámara para sus obras más intimas y para sus procesos de composición más reflexivos y de experimentación –explica–. En los tríos cada instrumento es una especie de solista en una conversación con los otros dos que es una búsqueda dialéctica. Cuando uno toca música de cámara está en contacto con los pensamientos más íntimos de los grandes compositores.

–Para mí, esta es la combinación musical perfecta –destaca el maestro Rojas-. Más aun que el cuarteto de cuerdas… un trio de piano demanda más de cada instrumento…

–Es así porque en el cuarteto hay que mezclar mucho –interviene el maestro Cabán–. El segundo violín tiene que mezclar con la viola y en ocasiones tiene que hacer las veces de chelo… el primer violín lleva la voz cantante, pero a veces también tiene que mezclar.

–También hay que considerar la riqueza del repertorio… es muy profundo –dice el maestro Rojas–. Me encanta el repertorio de orquesta y tocar con la sinfónica esas grandes obras, pero cuando se toca una obra de cámara es otra cosa… la música de cámara es la música de los músicos.

Y hablan de lo que cada cual admira de sus colegas…

–Con el maestro Rojas hay una gran afinidad en nuestros acercamientos a la música y en el amor que sentimos por ella –apunta el maestro Cabán–. Así también en nuestro respeto por la partitura y en la inquietud por saber qué hacen otros músicos con las obras. Nos compartimos todas las versiones que encontramos de las piezas que nos interesan, siempre como dos chamaquitos ilusionados y tratando de ser mejores. Diana, además de ser una extraordinaria pianista, tiene una dedicación inmensa. Es infatigable y con una pasión enorme por la excelencia. Cuando le digo que vamos a hacer alguna obra, la aprende de inmediato.

–A ambos los respeto y los admiro mucho –comenta el maestro Rojas–. Con el maestro Cabán hubo un ‘clic’ de inmediato. Es muy inspirador trabajar con él. Tiene una gran apertura para escuchar a los demás y no descartar sugerencias… eso dice mucho de la humildad que todo músico debe tener. Siempre está dispuesto a probar nuevos repertorios. Tocar con Diana es siempre motivo de mucho gozo, por su talento, por su profesionalismo y es también de las personas que inspira.

–Para mí es un honor tocar con ellos dos –asevera la maestra Figueroa–. Me estimula mucho tocar con estos grandes maestros. Para acompañarlos debo prepararme mucho y conocer muy bien el repertorio. Es tanto lo que los admiro, que no me atrevo a venir a un ensayo sin haber estudiado intensamente.

 

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