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  • Foto del escritorMario Alegre-Barrios

'Utopía romántica' con la Orquesta Sinfónica


HAY OBRAS que navegan con uno a lo largo del tiempo, obras que –lejos de envejecer– se mantienen siempre radiantes, con la promesa perpetua del asombro y como un atisbo siempre fugaz de eso que de inexplicable tiene la vida.

Eso ha sido para mí la segunda de las sinfonías de Robert Schumann –su Opus 61, en do mayor– composición que pertenece a ese vasto repertorio que ha sido mi cauce musical y que forma parte del programa Utopía romántica con el que este sábado –a las 7 p.m., en la Sala Pablo Casals– continúa la temporada de abonos de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, bajo la batuta del maestro Maximiano Valdés, con Stephen Hough como solista en el primero de los conciertos para piano de Sergei Rachmaninoff. El programa comenzará con el poema sinfónico La tempestad, de Piotr Illich Tchaikovsky.

–El título de este concierto hace referencia a la búsqueda de un mundo feliz y pacífico, como en la Utopía de Tomás Moro –comenta el maestro Valdés–. Al primer romanticismo expresado por Schumann, cercano al clasicismo vienés, se contrapone la potencia y pasión arrolladora de Tchaikovsky y posteriormente el sentimentalismo melódico de Rachmaninoff. Tres visiones de tres compositores que nos muestran el destino de uno de los periodos más fecundos de la historia de la música.

El maestro Valdés añade que el concierto de Rachmaninoff “es una petición de Stephen Hough”. “Mi intención era que tocara Brahms, pero él insistió en el primero de Rachmaninoff y de ahí partí para armar el programa”, dice.

Asimismo, apunta que “hay compositores que son muy difíciles de combinar” y que con Rachmaninoff se procede “por contraste” o como conclusión de una época.

-A Rachmaninoff usualmente se le programa junto a Petrushka (de Stravinsky), para crear el contraste de dos mundos tan radicales, o como final de un proceso –explica-. Evidentemente el de Rachamaninoff es un romanticismo que ya perdió su concepto. Siendo música extremadamente inspirada y muy bien escrita, es una música que ya perdió un poco el significado que tanta gloria dio al periodo Romántico.

En contraste –explica– Schumann es un compositor que encarna el ideal romántico más puro y temprano, muy ligado todavía a Beethoven, un romanticismo inocente, sin el desgarro del artista en lucha contra su tiempo y contra su destino, como un primer impulso para escapar de las normas clásicas y del rigor social.

–La Segunda sinfonía de Schumann es de gran belleza y frescura, que refleja el mundo de este compositor, en especial el tercer movimiento, de gran lirismo –ilustra–. No hay drama, sino un ánimo de cantar, de una nostalgia y de una utopía. El último movimiento es sumamente rápido, en el que es evidente la búsqueda de la belleza como objetivo final… me recuerda mucho el último movimiento de la Júpiter (la última de las sinfonías de Mozart). Es una sinfonía que combina momentos de gran profundidad con otros de mucha gracia y elegancia.

Respecto a La tempestad, el maestro Valdés apunta que “es obra temprana de Tchaikovsky, uno de los primeros poemas que dedica a Shakespeare.

–Es una pieza que se toca muy poco pero que es extraordinaria, con una gran riqueza inventiva –comenta–. Su segundo tema es de una belleza enorme… en fin, que en esta obra tenemos al Tchaikovsky clásico, en el sentido de forma, muy bien estructurado, con una gran idea del balance de sus diferentes secciones. Él era un hombre con una idea muy clara de cuál era la forma sinfónica y cómo transmitir con eficacia sus ideas musicales.

En contraste –expresa– en Rachmaninoff “esto se va perdiendo”.

–Ya lo que importa en Rachmaninoff es el “melodismo”, y esto genera sentimentalismo –señala–. La música comienza a perder su verticalidad y su atadura al centro tonal ya empieza a volar. Es una melodía constante que, por ser extremadamente movediza, genera esta sensación de inestabilidad que produce ese sentimentalismo. Pierde un poco su profundidad y tiene, sin embargo, melodías extraordinarias que todos queremos mucho, pero ya a un nivel más epidérmico que Tchaikovsky y Schumann.

Los boletos para el concierto están disponibles a través de Ticketpop (787) 294-0001 y de la boletería del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré, en Santurce (787) 620-4444.

 

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