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  • Foto del escritorMario Alegre-Barrios

"Noche deliciosa" con Baudelaire y compañía


TODO COMENZÓ hace alrededor de una década, cuando los caminos de Dave Buchen y Charles Baudelaire se cruzaron en Chicago. El poema La carroña, del escritor francés del siglo XIX sedujo poderosamente a Dave, quien lo cantó en una barra de la llamada “Ciudad de los Vientos”, sin imaginar que al año siguiente ese sería el pie forzado para presentar en Puerto Rico –en Guánica– una serie sobre los poemas del vino del llamado “poeta maldito”, proyecto articulado a dúo por Dave y su colega titiritero Sebastián “Bati” Paz y por el que recibieron como pago todo el vino que pudiesen beber y la vista espectacular de la bahía.

Esa semilla germinó en lo que ahora es el proyecto denominado Baudelaire in a Box desarrollada por la compañía Theater Oobleck con sede en Chicago y cuya sesión Noche deliciosa se presentó recientemente en la Sala Experimental del CBA Luis A. Ferré. El proyecto regresa este fin de semana al Teatro Shorty Castro, en Santurce, con funciones viernes y sábado a las 8:30 p.m., en una producción de Lizbeth Vélez para Teatro y Conciertos Luna Nueva.

Katira María, Lizbeth Román, Javier Carballido, Joseph Ojeda y Maximiliano Rivas se unen nuevamente para interpretar una colección de trece canciones inspiradas en poemas del libro Las flores del mal, del también llamado “padre” de la poesía moderna, con arreglos en bolero, trova, reggae, tango, disco y música electrónica, con el acompañamiento de Christian Galán en la guitarra, Efraín Martínez en la batería, Josué Deprat en el bajo y Maximiliano Rivas también en el saxofón y aerófonos, con el marco referencial de las pinturas de Dave Buchen como telón de fondo.

–¿Por qué Baudelaire y por qué en una caja?

–Porque es un gran poeta, porque está muerto… porque murió en 1867 en la pobreza más absoluta, lleno de deudas, desprestigiado y paralizado por una apoplejía –dice Dave–. Lo de la caja es porque yo vine a Puerto Rico hace más de diez años y en Guánica me encontré con mi amigo “Bati” Paz, quien me propuso que hiciéramos un espectáculo con el tema del vino para ofrecerlo en las Bodegas Andreu Solé. Nos pagarían con vino y la vista del paisaje de la bahía. Yo había hecho el año antes algo en Chicago con el poema La carroña.

Sonríe al recordar la ocasión. La carroña es uno de esos poemas característicos de Baudelaire, obsesionado por encontrar belleza donde menos es posible imaginarla, en este caso, sobre el amor eterno, representado por un cuerpo descompuesto al lado de un camino, texto que Dave interpretó en el cumpleaños de una amiga, “ante las caras de espanto de los invitados”.

–“Bati” y yo preparamos cinco poemas de Baudelaire dedicados al vino, musicalizados por él y acompañados con pinturas mías montadas en cajas de vino, segunda razón por la que Baudelaire está en una caja –explica.

Diez años más tarde, el proyecto Baudelaire in a Box ha parido cerca de un centenar de canciones utilizando los poemas de Las flores del mal, como parte de un continuo en el que cada artista adapta sus propias traducciones y compone la música para crear nuevas obras a partir de los textos originales.

Conversamos en la penumbra del Shorty poco antes de uno de los ensayos, cada cual con sus razones para haberse enamorado de esta propuesta de Dave, cada cual movido por el deseo de aventurar, de transgredir, de explorar, de crear.

–No me esperaba esta oportunidad pero afortunadamente me invitaron –dice Javier Carballido, guitarrista, compositor y cantante–. Fue una bendición para mí. Sé que cada cual está en lo suyo, tratando de mover su carrera, algo que es tan cuestarriba, tan contracorriente. Había leído algo de literatura francesa en la 'high' y me pareció muy interesante ponerle música a algo escrito por Baudelaire, en otro idioma y con una métrica tan complicada. Es una aventura. Me emocionó mucho y a la vez me asusté bastante. Es una responsabilidad muy grande y un privilegio enorme hacer música para la obra de este gigantesco poeta.

–Dave me convocó a este proyecto tan hermoso y la verdad es que había leído a Baudelarie, pero sin profundidad –dice la cantautora Lizbeth Roman–. Yo tengo mi propio proyecto musical del que vivo. Para esta invitación quise explorar una línea diferente a la que suelo seguir con mi proyecto independiente y añadirle el elemento histriónico. Me gradué de teatro y esta aventura me pareció el escenario perfecto. De aquí sale este personaje que se llama “Rainbow Flower”, que es casi como un alter ego, que hace cosas que… yo haría. Al trabajar con los músicos los tres poemas que me corresponden se dio un proceso muy chévere en la fusión de ritmos. Suelo violentar las fronteras entre los géneros de una manera muy orgánica y en esta ocasión intento llevar todo eso un poco más al extremo. En los ensayos se dio una dinámica muy enriquecedora… ha sido todo muy lindo.

–Yo tenía una relación por internet con Lizbeth (Pérez, la productora) y me invitó para esto –explica el guitarrista de reggae Joseph Ojeda–. Yo no sabía quién era Baudelaire… me informé y vi que era de par de siglos atrás y dije “¡contra!”, pero me llamó la atención. Me gusta trabajar en colectivos y nunca me había dado la oportunidad de hacerlo con otros cantautores y escucharnos mutuamente. Cuando leí el poema “Cielo encapotado”, que es uno de los que le gustan a Lizbeth, me sedujo la idea de crear algo cálido y bueno pal grupo, que les agradara a todos. Cuando les mostré lo que había hecho y vi que a todos les gustaba, me estimuló, porque suelo ser un poco cerrado al momento de colaborar. Este proyecto me dio la oportunidad de entrar en contacto con otros colegas.

–Ellos interpretan los poemas y yo acompaño con mi arte –dice Efraín Martínez, el percusionista del elenco–. Ha sido algo muy interesante, sobre todo porque yo no sabía de Baudelaire pero, cuando me puse a leer, me sedujo el hecho de que en su poesía hay mucha oscuridad y eso a mí me gusta. Siempre me he ido por la música oscura y me retó ver cómo puedo interpretar con mi instrumento esa oscuridad de sus poemas.

–A mí me encanta la poesía y también lo oscuro y Baudelaire es perfecto para gustos así –dice la cantante Katira María–. Me convocó Dave y me gustó que desde el inicio no sabíamos bien en qué nos habíamos metido. Yo quería traer algo chévere al grupo. Pensé que todo el mundo iba a llegar planchao al primer ensayo y que yo iba a estar bien atrás, pero me dio mucho alivio cuando vi que todos estábamos como yo, medio perdidos. Desde ese momento fue muy interesante ver cómo esa anticipación, esa ansiedad, esa curiosidad fueron parte de un proceso que nos tomó por sorpresa por lo orgánico, lo fluido y lo colmado de respeto y amor que fue. Es una colaboración muy generosa. Me encanta y el resultado honra a Baudelaire como poeta y a nosotros, por valientes, por experimentales, por darnos permiso a nosotros mismos para romper reglas. El resultado mismo es muy poético.

–Yo llego por Joe (Joseph Ojeda), porque nos conocemos por el reggae –dice el bajista Josué Deprat–. Me llamó porque él sabe que me gusta experimentar. Hago un montón de cosas diferentes, me complico la vida demasiado. El primer día traje todas mis herramientas y me tiré de cabeza a un proceso de composición colectiva que ha sido muy interesante, muy abstracto al principio y que en el camino se fue definiendo. Ha sido un proceso muy retante y gratificante.

–Soy malabarista… artista de circo, toco el saxofón y la flauta y canto –apunta finalmente Maximiliano Rivas–. El arte es una cuestión de actitud. Si se tiene y se hace sinceramente, el público lo acepta como tal y, si es creíble, hasta lo aplaude. Colaborar con estos músicos profesionales de un nivel tremendo para mí ha sido un privilegio. No los conocía y solo cuando los conocí supe quiénes eran y ahí fue que adquirí consciencia de la inconsciencia de haberme sumado al proyecto como músico, porque lo mío es la actuación, pero en escena disimulamos todos muy bien y lo cierto es que ellos me han apoyado muchísimo. Este es un gran proyecto que me ha permitido concretar algo que siempre había sido un 'hobby' y ahora se transforma en un hecho.

 

Fotos: José Madera

 

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