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  • Foto del escritorEileen Rivera Esquilín

Rafo Muñiz, un provocador en pausa


DON TOMMY MUÑIZ se sentía muy orgulloso del trabajo que su hijo Rafo hacía tan temprano como a los nueve años, pero la verdad era que no le encantaba la idea de que el muchacho se dedicara por el resto de su vida a ese mundo del arte y el entretenimiento que consideraba “tan corrupto”.

Antes de eso, el niño Rafo había considerado ser baloncelista, sueño que descartó cuando comprendió que no tenía la estatura necesaria. Quiso también ser oftalmólogo, porque la apasionaba observar a la gente, hasta que supo que tendría que estudiar al menos 12 años y desistió.

Sin querer, todo se fue encaminando cuando comenzó a hacer televisión y teatro. Antes de cumplir los 10 ya había hecho “La Carreta” y muchos de los que manejaban la industria en esa época le dijeron que “había heredado de su papá la capacidad de actuar de forma natural”.

“Me gustaba hacer eso y lo disfruté mucho. Ya de adulto hice teatro dramático y de comedia. Lo que hice bajo la dirección de Pablo Cabrera lo disfruté mucho, pero lo que hice bajo otras producciones no, así que un día dije ‘yo no voy a hacer esto más’. Cuando hice ‘Hombres de honor’, fui con mi mamá -la fenecida Luz María García de la Noceda- a ver la película, le bajaron dos lágrimas y me dijo ‘lo que tú hiciste en teatro es mejor que lo que hiciste ahí’… aún así no era como para convertirlo en mi oficio”, explica Rafo, quien agrega que esta es su primera entrevista en una década sobre su vida y experiencia en el mundo del espectáculo.

A los 19 años perdió su nombre. Se convirtió en el “Godofredo” de “Los García” y luego de interpretarlo durante nueve años aun lo siguen llamando así. Luego le dio vida a “Fico”, el personaje que más añora y con el que más cómodo se sentía, en “La pareja dispareja”.

“La realidad es que yo no tenía nada que ver con ‘Godofredo’ o con ‘Fico’. Yo soy tímido (todo lo contrario al primero), pero fuerte (lo opuesto al segundo). Dentro de las limitaciones de valores de producción de nuestro mercado, pienso que si lo hubiese continuado haciendo, me hubiera faltado al respeto a mí mismo”, explica.

Y es que Rafo prefiere el género de la televisión que se hace con libreto. Sin embargo, la capacidad que tiene nuestro mercado para ello lo llegó a frustrar mucho, le “subía la presión” –literalmente– y decidió que si podía hacer otra cosa no trabajaría más en la llamada “pantalla chica”. Y así fue. Lo último que hizo fue “Carcajadas y algo más” –con su papá– entre 1990-91 y desde entonces lleva 25 años sin hacer nada en televisión con un libreto.

“Regresaría a hacerlo con los valores de producción correctos para yo poder desconectarme de eso. De lo contrario sufro mucho. Sí regresaría a hacer un programa de familia, aparento más joven de lo que soy y pienso que con los valores correctos y con una Gisselle o una Alexandra Fuentes, te aseguro que funcionaría. Tendría que haber un canal de televisión o una distribución que nos permitiera hacer que funcione”, agrega.


“Trabajar es un grado de adicción... mientras lo esté haciendo me sigo sintiendo vivo. Pienso que está más cerca que nunca el que pueda detenerme a hacer los otros proyectos que tengo en mente... quiero crear”

Rafo Muñiz

 


Entonces, cuando se retiró de la televisión comenzó a manejar artistas. Entre 1996 y 1998 tuvo la oportunidad de manejar de forma simultánea las carreras de Olga Tañón y Gilberto Santa Rosa y en ese momento, pensó que “su lugar perfecto” era ese.

“Primero dejé de manejar a Gilberto, luego a Olga por un asunto que podría dar pie para un libro o una novela, entonces me fui a producir de nuevo y a hacer otras cosas. Hasta que por cosas del destino Gilberto y yo –más maduros ambos– nos reencontramos y volví a manejar su carrera. Ahora, después de Gilberto, no creo que vuelva a manejar a otro artista, toma mucho tiempo, uno se vuelve una especie de papá o fiscal… Sí volvería a trabajar en proyectos en los que yo participe, sea escribiendo o como parte del proceso creativo".

Lo que viene…

Y para eso está trabajando en varias ideas. Una de ellas, en torno a lo que describe “el fenómeno Edgardo Díaz” y su labor como “el productor musical más importante de nuestra historia”. “Esa película de su vida la quiero escribir yo. Edgardo ha estado indefenso de muchas maneras y durante muchas décadas. Me gustaría hacer proyectos que se conviertan en obras de arte. Quiero dejar correr mi imaginación, porque eso fue lo que detuve hace 20 años”.

Saca cuentas y dice que lleva poco más de 41 años trabajando sin parar. Fuera de tomarse unas vacaciones de 12 ó 15 días, no ha parado. Dice que las circunstancias no se lo han permitido y que también él ha colaborado para que así sea. “Trabajar es un grado de adicción... mientras lo esté haciendo me sigo sintiendo vivo. Pienso que está más cerca que nunca el que pueda detenerme a hacer los otros proyectos que tengo en mente... quiero crear”, asevera.

Por lo pronto, tiene en agenda la pieza teatral “Atrácame más”, escrita por Alexis Valdés, a quien define como “un gran provocador” y quien protagoniza la misma junto a Gilberto Santa Rosa, en funciones los días 3, 4 y 5 de marzo en el Teatro Tapia. “Alexis es un gran escritor. Maneja la comedia de manera inteligente, con personajes muy particulares. Su ‘stand up’ lo hace su ‘alter ego’ que se llama “Cristinito” y no he visto a nadie así –desde Luis Raúl, que era el genio– hasta ahora con Alexis. Él escribió la pieza pensando en Gilberto y yo he sido un agente aglutinador provocando el junte. Es un guión universal, gracioso, dramático y que te pone a pensar”, apunta, mientras señala que muchas personas le dicen que “él tiene dormido al gran provocador” que es y que quizá podría despertar.

Y hablando de provocar, cuando se le pregunta qué le provoca la televisión local, Rafo asegura que “le dan ganas de vomitar”, aunque aclara que entiende a aquellos que trabajan en ella.

“Es cierto que puede ser la forma de ganarse la vida que tienen y si yo tuviera la necesidad de hacerlo también lo haría, aunque me dieran ganas de vomitar, pero en este momento no lo necesito. Es que no es justo que no haya presupuesto… Miguel Morales –por ejemplo– escribe prácticamente solo dos horas de ‘Raymond y sus amigos’ cada semana pero no puede traer personajes nuevos, no puede salirse de los ‘sets’ que están preconcebidos, entonces Miguel es un genio porque logra que un ‘Men in the City’ funcione semana tras semana, aunque nosotros sabemos que ahí no hay valores de producción. Está pariendo, está escribiendo siempre para los mismos 5 ó 6 actores, es un reto tremendo… pero me da pena que tenga que ser así. Claro, los que podemos ver Netflix, HBO, Caracol, Televisa o TVAzteca, sufrimos viendo eso…”, dice Rafo, no sin antes confesar que extraña el olor de su mamá, así como el sentido de justicia de su papá.

De ella heredó la curiosidad por los libros y el arte, mientras que de él, su genio inventor. Piensa que la razón por la que su papá no quería que siguiera en ese ambiente era porque ya al final de su carrera el medio “estaba tan corrupto” que no quería que él sufriera.

“Él pensaba que sería muy difícil para mí todo eso cuando yo me había criado en ese ambiente de justicia y de tantos valores. A él le daba pena que yo estuviera metido en esa industria”, termina.

 

Espacio / Loft Haus, Ave. Roosevelt, Puerto Nuevo

 

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