
Rafo Muñiz, un provocador en pausa
DON TOMMY MUÑIZ se sentía muy orgulloso del trabajo que su hijo Rafo hacía tan temprano como a los nueve años, pero la verdad era que no le encantaba la idea de que el muchacho se dedicara por el resto de su vida a ese mundo del arte y el entretenimiento que consideraba “tan corrupto”. Antes de eso, el niño Rafo había considerado ser baloncelista, sueño que descartó cuando comprendió que no tenía la estatura necesaria. Quiso también ser oftalmólogo, porque la apasionaba obser