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  • Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Rolando Alejandro, 'como pez en el agua' en Juilliard


CUATRO MESES después de haberse ido a estudiar piano a Juilliard School of Music, Rolando Alejandro ha tenido tiempo suficiente para acostumbrarse a su nuevo entorno y también para extrañar su hogar, su familia, sus amigos y su tierra, en un proceso que ha sido –afirma- bastante apacible, a pesar de la nostalgia, inmerso en jornadas dedicadas casi por completo a sus clases y a las numerosas horas de práctica que diariamente cumple con un rigor casi monástico.

De regreso a la Isla durante unos días para disfrutar del receso navideño y de fin de año con sus seres queridos, Rolando no puede dejar de hacer lo que más ama: tocar, y por eso es que este jueves –a las 6 de la tarde– ofrecerá un recital con obras de Beethoven, Chopin y Liszt en The Cannon Club Gallery Inn, en la calle San Sebastián del Viejo San Juan, al teclado del nuevo piano Spiro Steinway que es uno de los orgullos de la hospedería de Jan D’Esopo. Los donativos son sugeridos.

–Es duro… el nivel es muy alto, con un sistema de evaluación muy exigente –dice Rolando respecto a sus primeras experiencias académicas en la célebre escuela niuyorquina–. El maestro de piano está a otro nivel… él y los estudiantes también. Tocan de todo y lo hacen de una manera espectacular. Ahí no hay ninguno malo… Aunque paso tanto tiempo estudiando y practicando que no tengo mucha oportunidad para estar pendiente de eso.

Se acuesta relativamente temprano, se levanta alrededor de las 6 de la mañana, desayuna y práctica. Su carga académica es de 18 créditos y al llegar a Juilliard en agosto pasado lo ubicaron en el segundo año de nivel de bachillerato, luego de su paso por el Conservatorio de Música de Puerto Rico, como discípulo de la profesora Teresa Acevedo Lucío.

–Son en promedio tres clases todos los días… teoría, entrenamiento auditivo, literatura de piano– comenta–. También tomo destrezas de piano, clase que te prepara para acompañar a cantantes de ópera y puede ser una manera viable de comenzar a generar ingresos como un primer trabajo.

–¿Cuántas horas al día dedicas a practicar, además de tus clases?

–De seis a ocho horas, incluso los sábados y domingos, pero no soy el único… esa es la manera de trabajar y estudiar ahí –señala–. De hecho, los fines de semana es más fácil porque no hay clases, solo algunas tareas y puedes dedicarle más tiempo a la práctica… hay que aprovechar el tiempo al máximo. Una vez te gradúas el tiempo disponible para practicar es menor. Pero a veces saco algún rato para hacer otras cosas, más de esparcimiento... como conversar o jugar billar… pero lo primero es el piano… la gente en Juilliard es bien humana, no es inmortal, como algunos piensan.

Rolando grabó recientemente un disco compacto titulado Piano Latino, proyecto producido por la empresa Goya para celebrar su 80mo. aniversario.

–Ellos en Goya ya habían hecho algo similar con otros artistas puertorriqueños –explica–. Este año ellos me ayudaron económicamente para ir a Juilliard, les escribí una carta de agradecimiento y de ahí se pusieron en contacto conmigo para grabar este disco de música popular latinoamericana. Papi contactó a Quique Talavera, que sabe mucho de este tipo de repertorio y me ayudó en el proceso de escoger las piezas que finalmente grabé. Milton Sesentón hizo cuatro de los arreglos… me sentí cómodo. Son piezas bonitas, muy agradables al oído, sin grandes dificultades de interpretación.

Respecto a este disco, Carlos Unanue, presidente de Goya de Puerto Rico, expresó en un parte de prensa que la idea del proyecto musical surgió de una manera muy particular y como una forma de respaldar al joven virtuoso de tan solo 17 años de edad. “A principios de este año recibimos una petición para apoyar económicamente los estudios de piano clásico de Rolando Antonio, quien fue admitido en la prestigiosa escuela Juilliard School en Nueva York, y así lo hicimos. Rolando es el primer puertorriqueño en ser admitido como estudiante de piano en Juilliard en los últimos 30 años”, expresó el presidente de Goya quién dijo que la idea de la producción del disco surgió “al escuchar la manera tan magistral en que Rolando toca el piano”.

“En la celebración de aniversarios anteriores, Goya produjo proyectos musicales como por ejemplo un disco LP de Bobby Capó en ocasión del 50 aniversario de la empresa y otro con la Orquesta Filarmónica de Arturo Somohano. También hemos producido discos con el flautista puertorriqueño Milton Dávila. Así que, en ocasión de la celebración del 80 aniversario este año, decidimos producir este disco con Rolando Antonio. Además es su primera producción, algo de lo que nos sentimos muy orgullosos”, señaló Unanue.

Rolando regresa a Nueva York para prepararse –entre otras cosas– para el Focus Festival que se realizará la última semana de enero.

–Hablamos todos los días por teléfono y eso me hace extrañarlo un poco menos, conversaciones aunque sea de un minuto –dice Claribel Llantín, su madre–. A veces son de hasta una hora, porque hay que planificar muchas cosas en su agenda. Está preparándose para varias competencias y para volver a participar en la beca de la Fundación Chopin, que lo prepara, al cabo de cuatro años, para audicionar para participar en su famosa competencia en Estados Unidos. También está en la agenda la participación en el Rebecca Penneys Piano Festival.

–Estaba en planes ir también al Festival de Aspen, uno de los más importantes, pero quizá no vaya aunque me acepten –comenta Rolando–. Es inmenso y la facultad es buenísima, pero al ser tan grande es menos concentrado. Un festival más pequeño, con menos gente y menos tiempo, es intensivo y la calidad de la atención es mejor.

El camino es arduo. Inmensamente arduo. Y sí, el talento es desbordante, pero eso no basta, eso no lo es todo…

–Vine a Puerto Rico hace unas semanas, para Thanksgiving, y fui a Costco –comenta Rolando–. Había un teclado portátil y me puse a tocar algunas cosas muy simples. Un señor que me escuchó me dijo: “¡Ave María!, eso se los da Dios solo a algunas personas” y sí, algo de eso hay, pero sin trabajo –mucho trabajo– eso no sirve de mucho.

Foto y vídeo: Eileen Rivera Esquilín

 

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