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Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Intensa la inquietud de Calma Carmona


DE ALGUNA FORMA su vida ha sido ir a contracorriente, con el viento de frente y el rumor de otras voces diciéndole qué hacer. Que ya se le pasará a la nena eso de querer ser artista, que ya se le pasará. Que primero hay que tener una profesión universitaria y un ingreso fijo. Que eso de ser cantante, sí, pero como "hobby", no para vivir.

Esto comenzó a ocurrir cuando Calma Carmona aún era una niña, desde que se llamaba Myraida y vivía –como hija de militares– un poco como gitana, mudándose de base en base por el sur de Estados Unidos, Alemania y, finalmente, Puerto Rico. Ya había escuchado yo algo de esa historia hace cerca de dos años, cuando Calma fue como invitada al programa de televisión ADN Boricua.

Las cosas para Calma no han cambiado mucho en ese aspecto: sigue siendo una mujer de carácter, con un talento inmenso y la certeza de que “no hay que tenerle miedo a nada ni a nadie”. “El propósito de uno es lo que debe guiarnos. Es seguir la intuición y las cosas florecen”, nos dijo hace apenas unos días.

Con una trayectoria musical que ya ronda su primera década como intérprete en una fusión de géneros como el soul, el latin soul y el jazz, Calma ha estado inmersa en la producción de su primer álbum que lleva como título 100 Vidas, que deberá estar listo en algún momento del año que pronto comenzará.

-Cantar es una inquietud que desde pequeña me apasionaba –dice–. Lo soñaba pero seguía en lo que todo mundo me decía: que tenía que tener una profesión universitaria,

Lo usual, como si de eso dependiese la felicidad…

que lo importante es echar palante y tener esa seguridad de un salario fijo… ese era mi entorno. Cantar y soñar en ser artista era eso, solo un sueño, pero también una inquietud muy poderosa. Poco a poco seguí mi inquietud, confiando en que el instinto me llevaría a lo que tenía que hacer.

Admiradora de cantantes como Sade, La Lupe, Ismael Rivera y James Brown “porque son artistas que se desbordaban en el escenario”, Calma acepta que la mayoría de las personas cercanas –familia incluida– que en algún momento intentaron disuadirla de dedicarse a la música son hoy sus “fanáticos número uno”, como parte de un proceso no exento de espinas en el que ha crecido, no solo como mujer, sino también como artista.

"No hay que tenerle miedo a nada ni a nadie... El propósito de uno es lo que debe guiarnos. Es seguir la intuición y las cosas florecen"

Calma Carmona

 

–Llevo mucho tiempo en desarrollo, validando que no es solo cantar bien, sino que se trata también de buscar la misión y el propósito de hacer lo que se hace –reflexiona–. Me ha tomado tiempo encontrar eso y finalmente me siento cómoda con lo que he ido descubriendo y con lo que quiero proyectar. Este disco lo he hecho completamente con Carlos Mercader, mi guitarrista, que lleva conmigo como 7 años. 100 Vidas es una expresión de quién soy desde que comencé en esto, es el camino recorrido, es la transformación, los cambios, los tropiezos… estoy muy orgullosa de este álbum.

En una etapa de su vida y de su carrera en la que ha comenzado a reflexionar en el camino recorrido, Calma asegura sentirse afortunada de lo que ha vivido y que las experiencias las hacen sentir muy confiada, segura y orgullosa del resultado.

–Hay que caerse y yo me he caído –dice–. Me he caído y me he levantado. Hay que ensuciarse un poco, limpiarse y seguir adelante. He vivido todo esto y de alguna manera ese proceso está en este disco que es lo más honesto que puedo presentar de mí hasta ese momento, con la ilusión de que conecte con la gente.

Calma comenta que le costó trabajo definirse, identificar su género musical y estilo, que tuvo que aprender a cantar y a escribir música, porque nunca había reflexionado en eso, porque en lo único que pensaba era pararse en un escenario y cantar.

–Me di muchos cantazos, hasta que comencé a aprender que hay reglas –expresa, mientras se quita del rostro con la mano izquierda uno de los ‘dreadlocks’ o ‘rastas’–. Después de eso, dije “y ahora, ¿dónde están las canciones que quiero cantar?”. Al carecer de los recursos necesarios para ello, dije “ok, las tengo que escribir… ¿y de qué voy a escribir?”. Tenía que pasar por todo eso para crecer.

Y en el camino se dio cuenta de que escribir es un arte y crear música, también, que no cualquiera lo hace y que intentarlo es arduo. Aunque nunca se había pensado compositora, la necesidad le hizo reconocer el llamado.

–Escribir mi propia música es una herramienta para lo que deseo alcanzar –asevera–. Es parte de mi expresión y debo reconocer que es un proceso intenso, a veces doloroso, porque se me ha hecho muy retante encontrar mi proceso creativo.

Como parte del proceso, Calma ha aprendido a fluir también en la composición. Recuerda que una de las canciones que más ha gustado al púbico es precisamente “a la que más estructura le hacía falta”, según sus allegados.

–Y en realidad fue la que menos necesitó de esa estructura –dice con una sonrisa–. Fue la que mejor conectó con la gente y también la que menos trabajo me costó. Eso me dio mucha confianza y a partir de entonces me propuse escribir más libre, sin tratar de impresionar, sin seguir tanto las reglas, y tampoco obviándolas del todo.

Calma Carmona adoptó ese nombre cuando empezó a grabar hace cerca de diez años, al descubrir que la frase que le decía un amigo para tranquilizar su intensidad –“calma Carmona, calma” – tenía cadencia y ritmo, además de ser “pegajosa” como nombre artístico.

–Me inspiran tantas cosas cuando me siento a escribir… una pintura, una película, una conversación, en fin –apunta–. Cualquier cosa me puede sugerir una línea, un pensamiento. Lo escribo en una libretita que está súper desorganizada, pero en ese rompecabezas de momento todo tiene sentido. Uno las piezas y me expreso. A veces me sale una canción en un momento, pero en ocasiones puedo tardar varios días.

Consciente de que su mejor virtud puede ser también un defecto, Calma comenta que suele ser “muy aferrada, muy testaruda con lo que quiero” y que eso la ha hecho llegar a donde está.

–Soy bien firme con mis intuiciones, con mis propósitos, con mis objetivos –asevera–. Sé que a veces debo escuchar un poco más, pero también sé que ser como soy es lo que me ha mantenido en el camino. La educación que tuve fue fuerte y esa estructura me marcó. Ese orden me sirve de brújula.

Artista independiente, Calma dice que su pareja –el artista plástico Celso González– es su manejador y que ha tenido que aprender a ser estratégica.

–Es así no porque yo sea rebelde, sino porque esa es mi realidad –acota–. Es bien raro, porque mucha gente piensa que estoy firmada con alguien y que simplemente no lo quiero decir, pero lo cierto es que no tengo manejador externo ni he firmado con alguna disquera. Lo único que tengo es un abogado. Sé que esto es de cierta manera muy aventurado pero te juro que no lo he hecho por rebeldía, sino porque pienso que tengo unos derechos que debo defender.

Así, a contracorriente, es como Calma Carmona viaja la vida y con el viento de frente es como se levanta el vuelo.

 

Foto y vídeo: Eileen Rivera Esquilín

Espacio: Mitchell Gold & Bob Williams / San Juan

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