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  • Eileen Rivera-Esquilín

Fernando Rodríguez, enamorado de la vida


EL GUSTO POR la moda y el diseño le corre por las venas. Por un lado, una de sus hermanas crecía inmersa en el ballet clásico, mientras que la otra hacía lo propio con la pintura. A la par, su hermano y él disfrutaban mucho de participar en todos los ‘talent shows’ de la escuela e iban junto a su papá a ver piezas como Pedro Navaja. Como si fuera poco, su abuelo paterno era diseñador de moda.

Así empezó el arte en su vida. Así fue como el diseño, el dibujo, el color y la moda se convirtieron de una manera muy orgánica en protagonistas de los días de Fernando Rodríguez, propietario de Aaron Stewart Home. De hecho, su intención era ir a estudiar diseño en Parsons -llegó a hacer su ‘portfolio’- pero su familia quiso que estudiara negocios en Boston.

“En esa época se le hacía caso a los papás, así que no toqué nada de arte por cuatro años. Pero luego comencé a tomar clases de danza por las noches con el Boston Ballet para salirme un poco de ese día a día tan analítico… Ese era mi escape”, explica.

Pero eso no quedó ahí, antes de culminar sus estudios fue a ver un espectáculo de la misma compañía, sin saber que a partir de ese día estaría de lleno y de vuelta con el arte. Como vio en el programa de mano los nombres del equipo administrativo de la compañía, decidió escribirle al otro día a la persona a cargo de mercadeo para dejarle saber que estaba a punto de graduarse y que la danza había estado en su vida desde siempre, que estaba buscando trabajo. Le dijeron que no había nada, pero que fuera a entrevista para conocerle.

“Me dieron el trabajo y el grito de mis padres se escuchó en Boston. Era una gran oportunidad porque estaba en el medio de la danza que tanto me gustaba, en lo que estudié, y en un ambiente súper creativo. Fue una época muy linda en mi vida”, destaca el empresario, quien luego de cuatro años con la compañía laboró con otras firmas hasta que le llegó la oportunidad de su vida.

Estar a cargo de toda el área creativa, así como de ventas y negocios de la revista Manhattan Magazine lo puso en contacto con las firmas más exclusivas y entonces -sin saberlo- comenzó también a prepararse para lo que estaría viviendo un par de años después en San Juan, de vuelta, en su casa.

"Quería volver a Puerto Rico para demostrar que uno no tiene que irse para tener éxito"

Fernando Rodríguez

 

“Entrar a la moda en Nueva York después de los 40 no es fácil. Estaba dejando el área corporativa y de farmacéuticas… Pero llega ese momento en que uno madura y decidí venderme por mi experiencia sólida en negocios y mi interés de siempre por la moda. Y la moda no existe si no tiene una base sólida en negocios, así pude llegar más rápido con ese matrimonio de experiencias, se me dio natural. Cuando uno está entrando a una etapa nueva en la vida, se requiere mucha humildad, estar muy centrado y hacerlo lo mejor que uno pueda. Estaba tan emocionado con esa oportunidad…”, destaca también con emoción.

Mientras, su pareja -Aaron Stewart- laboraba con Martha Stewart, hasta que terminando el 2012, éste le pidió venir a vivir a Puerto Rico. Cuenta Fernando -quien hasta la fecha llevaba 30 años viviendo en diferentes ciudades de Estados Unidos- que aunque ya Aaron había estado en San Juan de visita, quiso que tuviera aquí una estadía un poco más larga para que estuviera más seguro de la decisión.

“Estuvo acá tres semanas en casa de mi hermano y cada día que hablaba con él lo encontraba más contento y convencido de que sí quería venir a Puerto Rico. Aaron llevaba 20 años en Nueva York, donde se vive totalmente diferente que acá, donde la vida no es normal, -se ríe-, pero qué bueno que él estaba abierto a una nueva cultura. Y dije ‘sí, vámonos’… lo vendimos todo en seis meses”, cuenta.

Y sí, fue una decisión difícil para Fernando porque en ese momento tenía “el trabajo de su vida”, pero no tuvo miedo y se lanzó. Llegaron a San Juan hace poco más de tres años con una idea muy clara: abrir una tienda en donde se reflejara lo que es para ellos vivir bien, cómodos.

“Llegamos aquí claros, con el espacio ya alquilado, con las marcas de accesorios para el hogar que se iban a traer ya escogidas, colores y ‘branding’… Era el primer negocio para ambos, porque siempre habíamos trabajado para otras firmas. Ha sido una delicia. Cada producto que traemos es en esencia lo que somos nosotros dos. Tu casa es como tu espíritu, donde cargas tu espíritu y donde te espera un abrazo de tu pareja, tu perro o un café. Hay cosas lujosas y exquisitas, pero que no necesariamente son de cinco dígitos, hay que tener el ojo para encontrar esos pequeños tesoritos”, agrega.

Quería volver a Puerto Rico -dice- para demostrar que uno no tiene que irse para tener éxito. En el camino han conocido gente muy especial. Personas con las que confirman que hicieron bien en venir a la Isla. Para ellos, es importante seguir creciendo, evolucionando.

Y para eso, Fernando sigue creando a diario, soñando más allá. La inspiración le llega a través de la lectura, el arte y lo que le inspira a los demás. Le falta mucho por hacer, acaba de cumplir 50 y luego de reflexionar se atreve a decir que se siente muy orgulloso de todo lo que ha logrado.

“He tenido una vida buena, con lo bueno y lo malo. Soy ejemplo de que puedes planificar todo lo que quieras, pero cuando te llega lo inesperado, tienes que estar alerta, abierto al cambio. Tu voz interior siempre te habla, pero si no estás callado, no la oyes…”.

Tanto él como Aaron, quieren hacer más. Están abiertos a distintas cosas, pero tampoco tienen prisa. “Ha sido fantástico regresar, qué pena que no lo hice antes, pero pasó cuando tenía que pasar. Aquí la gente te dice ‘buenos días’ en el ascensor. En Nueva York no conocía a mis vecinos, aquí tengo a mi hermano viviendo al lado, eso es gloria. Estar aquí ahora, en tiempos de tanta indecisión, es maravilloso porque puedes dar un mensaje de positivismo y saber que hay tantas cosas por las que debemos dar gracias. Estoy trabajando muchísimo, pero lo estoy pasando muy bien. Hay que rodearse de gente positiva”, dice Fernando, quien apoya cada vez que puede a artistas locales.

Además de la moda y el diseño, es ‘pet lover’. Estando todavía en Nueva York, le insistía a Aaron que tuvieran un perro, pero su pareja no quería. Fernando le enviaba fotos de algunos pero Aaron siempre decía “no”. Hasta que vio la foto de Clooney, y entonces fue él el que dijo “sí, vamos”.

Guiaron seis horas para buscarlo y ahora, no conciben la vida sin él.

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