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Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Por eso digo que de vez en cuando la vida...


De vez en cuando la vida -dice Serrat- toma conmigo café y está tan bonita que da gusto verla, palabras que parecen raras en los días que vivimos, pero que suelen alcanzarme en el camino, especialmente cuando me cruzo con personas como las que dan sustancia al programa Move (+) Sounds que hoy tiene su segunda y última función a partir de las 8:30 p.m. en la Sala Experimental del Centro de Bellas Artes Luis A. Ferré.

Primero fueron Ana Sánchez Colberg, Roberto López y Denisse Eliza -acompañados por Ana V. Friedman y Omar Nieves-, los artistas del movimiento en esta propuesta; ahora es Richard Peña Medina, un joven compositor, autor de la música de la pieza que da título al programa y que anoche -en el estreno- puso de relieve los quilates de su talento con una obra hermosa, fresca, inspiradora, digna del desafío coreográfico que la convocó.

Con un talento que descubrió desde muy pequeño en el ambiente musical de la iglesia en la que sus padres lo formaron, Richard comenta que su padre toca congas y percusión y su madre canta y que, cuando él era niño, “también cantaba algo, los coritos” de la congregación.

Nacido en Puerto Rico de progenitores dominicanos, a los tres meses de edad Richard se mudó con ellos a vivir durante ocho años en Estados Unidos, mezcla cultural que lo expuso a mucha y muy distinta música. “Empecé a tocar música clásica en el piano desde los cuatro o cinco y a los diez tomé la guitarra, lo que me preparó para entrar a la Escuela Libre de Música, donde estuve por seis años”, explica. “Ahí fue donde empecé a darme cuenta de que esto, la música, era algo que me fascinaba realmente”.

Con estampa de pelotero y cuarto bate, Richard comenta que jugó béisbol y que pudo haber tenido oportunidades de hacer una buena carrera en ese deporte, pero que desde que estaba en octavo grado optó por la música. “Mi padre dice que el béisbol es ‘el deporte de Dios’, en el que todos quieren firmar y llegar a Grandes Ligas”, dice con una sonrisa. “De hecho, mi hermano mayor está becado en Estados Unidos por jugar pelota y el menor va en ese mismo camino. Yo he sido el único rebelde en ese sentido, pero mis padres siempre me han apoyado muchísimo y dicen siempre estarán a mi lado en lo que yo elija”.

Mientras estudiaba el décimo grado, Richard conoció al baterista David Rivera, profesor del Departamento de Jazz en la Universidad Interamericana, quien le abrió las puertas a la vastedad del universo del jazz. “Eso fue una revelación para mí, con esa inmensidad armónica tan increíble. Ahí fue cuando supe, sin la menor duda, de que esto era lo que quería hacer el resto de mi vida. En ese momento tenia dieciséis años y desde entonces entiendo mucho mejor esta pasión, no solo por tocar, sino también por componer, es algo maravilloso”.

Otro punto de quiebre en su vida ocurrió -explica- mientras oraba y le dijo a Dios, “oye Dios, ábreme una puerta, quiero tocar jazz”. “Al otro día Laura, una amiga del Guess Who Jazz Quartet, me llamó para decirme que el bajista se había ido, que si me interesaba tocar con ellos”, recuerda. “Le respondí que sí, y entonces me dijo que en dos semanas el cuarteto se iba a Florida, a tocar en Ventana al Jazz. Me tiré con ellos a tocar un instrumento que nunca había tocado en mi vida… fue un reto inmenso. Durante dos semanas ensayé ocho horas al día para aprender catorce temas y dominar el bajo. Todo fue un éxito y estuve tres años con el cuarteto”.

Discípulo de Fernando Matina en el Conservatorio de Música de Puerto Rico -donde estudia guitarra eléctrica- Richard también toma clases privadas en composición con Pedro Rivera Toledo. “En el 2015, en mi último año en la Libre, fui a competir al Berklee High School Jazz Festival, con tres amigos de la escuela. Ganamos el cuarto lugar entre más de cien escuelas de Estados Unidos”, recuerda. “Cuando llegó el momento de decidir qué iba a estudiar, tenía una beca para ir a Berklee, a Florida y a Texas, pero decidí ir al Conservatorio de aquí. Mucha gente menosprecia lo que Puerto Rico ofrece y, por ser colonia, pensamos que todo lo que es de afuera es mejor, pero no es así, en el Conservatorio de Música de Puerto Rico hay grandes maestros y muy talentosos estudiantes. Decidí quedarme y fue lo mejor”.

Respecto a la obra Move (+) Sounds, Richard señala que todo comenzó en el 2014, cuando participó en otro taller similar con Ana Sánchez-Colberg y CoDa21. “En ese entonces trabajé con el Guess Who Jazz Quartet pero ahora estoy con otros colegas: William Machado en la batería, Will Suarez en la guitarra y David Suleiman en el saxofón tenor”, acota. “Esther Almodóvar me llamo para participar ahora en este proyecto y le estoy muy agradecido”.

Para componer esta obra, Richard tuvo que comprender -comenta- la relación entre música y movimiento. “Me encerré cuatro días a estudiar científicamente qué es el sonido y qué es el movimiento”, acota. “Tuve que entender lo que el cerebro percibe y encontré que el sonido y movimiento son energía y que la energía es el punto de encuentro entre ambos. Entonces me fui a Aguadilla a escuchar el mar y la naturaleza completamente a solas, entré y salí del agua para saber lo que se oía. Cuando regresé, Ana (Sánchez-Colberg) había hecho su asignación con el movimiento y estábamos en sintonía respecto a nuestra manera de percibir movimiento y sonido. Ha sido una gran experiencia”.

Luego de explicar con más detalle este proceso, según lo describe en el vídeo que acompaña este texto, Richard reitera que la música es su vida. “El sonido y la música son algo tan frágil, tan único, algo muy emocional que solamente lo experimentas una vez, sin importar cuántas veces lo repitas”, reflexiona. “Cuando estuve en Aguadilla y me paré en la cima, solo vi el horizonte sin fin. Así es como yo me veo, sin límites, andando en este futuro tan incierto. Eso es lo que veo en mi mañana, un horizonte en el que puedo caminar y caminar y lograr muchas cosas, no solo por mi edad, sino también por quien soy… me gusta explorar, me gusta probar, me gusta entender y disfrutar lo que la vida da. La vida es tan perfecta”.

Por eso digo que de vez en cuando la vida…

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