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Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Cordelia González y Jonathan Cardenales de vuelta en Coribantes


POR UN PAR de horas todo su mundo cabe en el escenario ajedrezado del Teatro Coribantes. Por un par de horas dejan de ser quienes son para ser otros. Por un par de horas se sumergen en el texto y cincelan sus personajes, sin sospechar que estos de alguna forma terminan cincelándolos a ellos también.

Sentados frente a frente desde los laterales de una mesa rectangular, Cordelia González y Jonathan Cardenales no son ellos, sino “Linda” y “Daniel”, ella, la dueña de una librería; él un joven escritor contratado por ella como empleado. Ambos repasan los diálogos de “A pesar de… todas las cosas terribles que hago”, obra de A. Rey Pamatmat, que regresa a ese espacio en el que se estrenó hace algunas semanas en la inauguración de la duodécima edición del Festival del Tercer Amor. Estas nuevas funciones especiales se realizarán el viernes, sábado y domingo próximos, los primeros dos días a las 8:30 p.m. y el último a las 6 p.m.

Para mayor información favor de llamar al (787) 767-7400, (787) 754-1991, Ticket Center (787) 792-5000 y en la página www.teatrocoribantes.com o por email a info@teatrocoribantes.com.

“A pesar de… todas las cosas terribles que hago” –que trata sobre el “bullying”, su psicología y en particular, sus efectos sobre los jóvenes identificados como LGBTQ– tiene en esta puesta en escena su primicia en español.

Luego de un rato, “Linda” y “Daniel” hacen una pausa para que Cordelia y Jonathan conversen sobre este proyecto en el que ella fue premiada como Mejor Actriz del Festival fundado y dirigido por Rafael Rojas, director también de esta pieza y quien desde el inicio tuvo claro que el papel de “Linda” era para Cordelia.

–Rafael pensó en Cordelia y luego de eso consultó conmigo sobre qué actor podía hacer esto y que Cordelia no se lo “comiera” en escena –dice Anabelle Rodríguez, asiste de la dirección–. Le dije que no podía pensar en nadie más que no fuera Jonathan Cardenales.

–Cuando me dijeron que iba a ser Jonathan dije que sí de inmediato –dice Cordelia–. Esta obra es un “tú a tú” constante. Ha sido fantástico. Nuestra relación en escena y fuera de escena es muy sólida y nos ha ayudado a echarnos esta obra al hombro. Los dos personajes son drenantes emocionalmente. A medida que va pasando la obra se van descubriendo secretos y traumas que los acompañan.

“Linda”, una mujer divorciada y dueña de una librería en un pueblo de Estados Unidos, perdió a su hijo de diecisiete años. Un día llega “Daniel” a la librería para pedir trabajo y “Linda” lo contrata, entre otras cosas, porque ve en ese joven el reflejo de su hijo. De entrada, establece una relación de mucho cariño y es –incluso– sobre protectora con su nuevo empleado, quien es escritor y de pequeño acostumbraba ir a esa librería. “Isaac” es ese hijo de Linda, gay, muy femenino, amanerado, que fue víctima de “bullying” y un día decidido suicidarse. Hasta aquí el “spoiler”.

–Tengo un hijo de 17 años y para mí ha sido muy difícil trabajar la obra sin que piense en mí misma como madre… me revolcó el alma –dice Cordelia–. “Daniel” está escribiendo un libro que trata sobre las relaciones homosexuales. En el proceso de esta amistad con su joven empleado “Linda” se da cuenta del papel que pudo haber jugado ella en esa tragedia. En verdad que es muy difícil y el personaje se quiebra… la obra es muy intensa y muy de actualidad. En la última función tuvimos en el público un muchacho joven, precioso, muy delicado que llamó a Rafa y le dijo que él se había tratado de suicidar en tres ocasiones, que llevaba mucho tiempo que no hablaba con su familia y que vivía con su abuelita, muy vieja ya y que “aunque estaba medio loca, lo amaba”. Es una obra que toca, muy profunda y conmovedora.

Por su parte Jonathan señala que para pararse a trabajar al lado de Cordelia –y no ser “devorado” por ella– él lo que ha hecho es prepararse, estudiar y desmenuzar el libreto.

–Por la falta de tiempo, he tomado el libreto y lo he trabajado con mis propias palabras –explica–. Es un texto muy extenso y complicado, pero Cordelia me ha dado un apoyo increíble en escena. Pude construir el personaje… y no ser “devorado” por el “monstruo” de Cordelia.

–Fue fantástico y, si mi trabajo es bueno en esta obra, es el reflejo de lo que recibo de Jonathan –afirma Cordelia–. Tiene el talento y la inteligencia. Lo subrayo: para ser buen actor se tiene que ser inteligente. Y Jonathan lo es. Sabe estudiar, prepararse, tiene oficio. Hemos podido hacer el click. En el teatro que se hace en la actualidad tenemos menos tiempo para estudiar el libreto y prepararnos, por la situación económica y por las mil cosas más que se tienen que hacer para salir adelante. Para hacer esto era necesario poder confiar mutuamente y ayudarnos en escena.

–Ahora retoman la obra luego de un paréntesis de algunas semanas. ¿Cómo ha sido el proceso de volverse a meter en la piel de “Linda” y “Daniel”?

–A mí me emociona muchísimo porque son muy pocos los proyectos que se pueden retomar luego de una temporada de estreno –dice Jonathan–. Dejar descansar la obra y volver a tomarla es muy iluminador y trae otro aire. Dejar las cosas respirar funciona muy bien. Para mí es una oportunidad fabulosa, pero el texto es muy largo. Al tomarlo de nuevo entre las manos uno se pregunta “¿por dónde empiezo?”.

–Es muy doloroso –interviene Cordelia–. Cuando Rafa me llamó y me dijo que íbamos a reponer la obra, se me fue un poco el aliento y supe que el sufrimiento estaba por regresar. Por otro lado, cuando acabamos la última función de esa temporada de estreno fue que sentimos que ya estábamos empezando a jugar en escena y a dominar plenamente la obra. Tener la oportunidad de retomarla en ese punto, es estupendo y estamos seguros de que esta serie de tres funciones va a ser más rica en matices.

Cordelia añade que el hecho de haber tenido poco tiempo para estudiar con detalle el libreto y de que Rafael Rojas haya estado hasta el último instante afinando y puliendo y quitando y añadiendo los hizo mantenerse abiertos a lo que llegara.

–No podíamos estar seguros de nada hasta el mismo día del estreno, fuera siempre de nuestra zona de confort y supimos aprovechar eso de manera positiva –dice Cordelia–. Cuando pasa eso, te bloqueas o te lanzas y ves qué sucede. Nos lanzamos y la experiencia ha sido estupenda. Para que esto pase es vital la confianza mutua y todo ha salido muy bien.

Al hablar de la mejor lección que la ha dado “Daniel”, su personaje, Jonathan comenta que el aprendizaje viene fundamentalmente del texto.

–Me hizo muy claro el mensaje no tan oculto de que a veces no nos damos cuenta del daño que hacemos a otras personas con la palabra, con el gesto, con las actitudes –dice–. En esta obra se ve claramente que "Daniel" hizo mucho daño sin darse cuenta, por joven, por inmaduro, por ignorante, por entretenerse. Uno sabe esto, pero vivirlo en la carne de un personaje como éste es muy elocuente y devastador.

–A mí “Linda” me ha hecho darme cuenta cabal de cuán importante y delicado es para la madre el proceso de la crianza de un hijo –apunta Cordelia–. Uno siembra semillas sin percatarse de los efectos que eso puede tener en el proceso formativo de un hijo o una hija. Cómo se puede confundir el amor con otras cosas. Para mí es muy difícil porque personalmente estoy pasando por la partida de mi segundo hijo para irse a estudiar. Ya los dos están fuera. Soltarlos ha sido muy duro y he vuelto a reflexionar en todo lo que he hecho para criarlos. Hacer esta obra puso de nuevo en primer plano para mí ese proceso muy personal. Y también me di cuenta de que yo funcionaba porque era mamá. Ahora que siento que no voy a ser madre porque no están ahí…

Se le quiebra la voz. Se le humedece la mirada…

–Me digo “y ahora, ¿qué voy a hacer?, ¿ahora qué soy?” y eso me partió el alma. Para mí, este proceso de dejar ir a los hijos ha sido bien duro y en la obra revivo todo esto.

Intento unas palabras de aliento, livianas, ligeras, para alejar la melancolía. Y Cordelia sonríe. Sí sonríe, con una sonrisa que hace equilibrio en una mirada irremediablemente triste.

 
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