IGOR… FALTABA IGOR. Sin él la entrevista no podía comenzar. De momento no supe con certeza por qué, después de todo ya los otros tres habían llegado. Deferencia, pensé, quieren estar todos juntos, que así es como viajan el mundo estos grandes músicos rusos, los cuatro; juntos, que así es como llegaron ayer por la tarde procedentes de Miami, donde ofrecieron dos conciertos esta semana luego de viajar desde Moscú para presentarse mañana domingo -a las 4 p.m., en la Sala Sinfónica- en la segunda jornada del Festival Casals.
El Cuarteto Borodin –integrado por los violinistas Ruben Aharonian y Sergei Lomovsky, el violista Igor Naidin y el violonchelista Vladimir Balshin– interpretará un programa que consta de los Cuartetos para cuerdas núm. 11, Op. 122, y núm. 9, Op. 117, de Dmitri Shostakovich, y el Cuarteto para cuerdas núm. 15, Op. 132, de Ludwig van Beethoven.
Decía que faltaba Igor y que había que esperarlo para la entrevista. Mientras eso sucede, intento ser cortés y pregunto a sus colegas por el vuelo, por Miami, que si esta no era la primera vez que estaban en Puerto Rico. Parcas sus respuestas y algunos monosílabos: ”We have to wait”, “good”, “fine”, “yes”, “no".
Cuando Igor llega, me doy cuenta de por qué había que espéralo: por su inglés, mucho mejor que el de sus amigos, tanto que la conversación es realmente con él, con breves intervenciones de los otros, luego de la correspondiente traducción del violista.
Fundado hace 71 años, con el maestro Aharonian como el más veterano de la versión actual, el Cuarteto Borodin está considerado entre los mejores del orbe, categoría abonada por un decantado proceso de sucesión en el que solo tienen cabida músicos formados en el Conservatorio de Moscú, como parte de un espíritu de continuidad que ha dejado su impronta en la agrupación, con un sonido propio y distintivo.
–Cuando un nuevo artista se va a incorporar al cuarteto, los miembros que estamos lo escuchamos y lo evaluamos de una manera muy rigurosa –dice Igor–. Cuidamos mucho todos los detalles para que el sonido que nos caracteriza se mantenga, y en eso interviene no solo su calidad como intérprete, sino también cómo su personalidad se inserta en las del resto de los integrantes. También hay que decir que no invitamos a “extraños”, y con esto me refiero a que todos los miembros del cuarteto, los pasados y los actuales, somos graduados del Conservatorio de Moscú.
Definido también por una disciplina férrea en la que los mejores intereses del cuarteto son prioridad para todos sus integrantes, el Cuarteto Borodin establece con su agenda las agendas individuales de los maestros Aharonian, Lomovsky, Naidin y Balshin.
–Nuestras vidas y estilos de vida obedecen a los intereses del Cuarteto –asevera categórico Igor–. Las agendas de nuestras presentaciones, los ensayos y el compromiso con la excelencia marca la pauta y las vidas de cada uno de nosotros están comprometidas con eso.
–¿Pero les queda tiempo para hacer otras cosas por placer… la familia, ver una película, leer un libro o disfrutar de un partido de fútbol? –le pregunto a Igor.
–Muy, muy poco… el mínimo –asevera–. Claro, siempre buscamos algunos momentos, pero no abundan… Por ejemplo, llegamos hoy a Puerto Rico y entre los ensayos y el concierto sacaremos algún momento para ver el sol, quizá ir a la playa. En Moscú, además del Cuarteto, nos dedicamos a enseñar en el Conservatorio. Pero insisto, lo principal en nuestras vidas es lo que hacemos por el cuarteto de cuerdas. Nuestra vida en el cuarteto es lo fundamental.
Igor rechaza pensar que el Cuarteto Borodin sea el mejor del mundo, “opinión que les corresponde al público y a los críticos”. Traduce al ruso para sus colegas parte de nuestra conversación. Ellos responden –en ruso claro– e Igor continúa.
–No pensamos en eso, nos concentramos en nuestra música, en la mejor manera de hacerla –dice-. Mantener una carrera como la nuestra demanda toda la pasión y esfuerzo posibles. El repertorio para cuarteto de cuerdas es muy extenso afortunadamente y siempre tendremos mucho por explorar y eso de por sí es ya motivo de ilusión y estímulo.
Respecto al programa de mañana, en el que se unen Shostakovich y Beethoven, Igor explica que ambos compositores son –en el repertorio para cuarteto de cuerdas– “los más poderosos, Beethoven en el siglo XIX y Shostakovich en el siglo XX”.
–Ambos alcanzaron alturas insospechadas en la escritura para esta combinación de cuerdas –afirma–. Cada uno en su tiempo rompió barreras y llevaron el cuarteto de cuerdas a otro nivel. Ambos tienen muchas cosas en común y crearon ciclos en este género que son verdaderas obras maestras, como las que vamos a tocar este domingo. Estamos muy felices de estar nuevamente en Puerto Rico, donde ya habíamos estado en una ocasión, y tocar en el Festival Casals. Siempre el maestro Casals fue un referente para nosotros y gracias a él es que comenzamos a conocer a Puerto Rico.
Entre la cargada agenda que tiene el Cuarteto Borodin, uno de los compromisos que más ilusiona a sus integrantes es la grabación del ciclo completo de los cuartetos para cuerdas de Shostakovich, precisamente, con el sello Decca Records.
Nos despedimos. Mientras me alejo, los escucho hablar, en ruso, claro. Sí, por eso hacia tanta falta Igor.