top of page
Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Elisa Torres: "El arpa es mi vida"


(Porque la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico está integrada –desde sus inicios hace casi sesenta años– por personas, cada cual con una vida, con unas ilusiones, con unas pasiones, hoy iniciamos esta serie para contar esas historias individuales sin las cuales la OSPR no sería posible.)

 

“EL ARPA ES mi vida… todo lo que hago es alrededor de ella”, afirma con la mirada brillante Elisa Torres Pérez, palabras que tienen la fuerza de un mantra, la certeza de un credo que ha definido su camino en la música desde su infancia en el Viejo San Juan hasta su actualidad, como arpista titular de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico.

La vocación le viene desde la cuna, abonada amorosamente por sus padres, quienes siempre se preocuparon por inculcarle a Elisa y sus hermanas el afecto por las artes, lo mismo en la plástica que en el baile y –por supuesto en la música.

Nació y se crió en el Viejo San Juan, adonde sus padres se mudaron poco antes de que ella llegara, porque su papá trabajaba en la Guardia Costanera. Estudió en el Colegio de Párvulos y de niña quiso ser maestra, pero desde los cuatro años se enamoró de la guitarra y empezó a estudiarla en la Escuela Libre de Música y, posteriormente, en el Conservatorio de Música de Puerto Rico, como parte del Programa de Cuerdas para Niños, desde los 5 hasta los 17 años.

-Las cosas cruciales en mi vida siempre han ocurrido de una manera muy especial –explica. Yo ya había descubierto el arpa gracias a una revista y comencé a estudiarla de manera simultánea con la guitarra, hasta que tuve que decidirme por uno de los dos instrumentos para dedicarle toda mi atención y afanes de excelencia. Me quedé con el arpa. Cuando estaba por terminar en el Programa de Cuerdas y mis compañeros hablaban de sus viajes a diversos campamentos de verano, decidí que yo también lo intentaría. Fui a la biblioteca y busqué información y alternativas para un campamento. Envié como 20 cartas a diversas universidades. Solo recibí respuesta de la Universidad de Indiana, de puño y letra de quien luego sería mi maestra, Susann McDonald. Tomé el ‘master class’ y le dije que me interesaba hacer la audición para entrar a la universidad. Mi maestra Irma Ramos me ayudó a prepararme y me aceptaron.

Si bien se graduó en el 2006, mientras estudiaba Elisa trabajaba en Bloomington como vendedora en una tienda de arpas, experiencia que le proporcionó estupendas herramientas para conocer profundamente la manufactura del instrumento. A a vez, enseñaba en Louisville, Kentucky, donde dos veces a la semana veía estudiantes de la Escuela de Bellas Artes de las Hermanas Ursulinas.

Poco después de graduarme me enteré de que se había abierto la plaza de arpista en la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico, por el retiro de la maestra Libby Brown –dice Elisa. Regresé a la Isla y durante tres meses estuve con la Sinfónica como músico adicional, antes de convertirme en titular.

"Me inspira seguir difundiendo la belleza del instrumento. No hay duda de que los ángeles en el cielo lo que tocan es el arpa"

Elisa Torres

 

Al cabo de una década en la OSPR, Elisa dice que “es un verdadero honor” ser miembro de la institución musical más icónica del país.

Además es un privilegio compartir el escenario con varios artistas que fueron mis maestros y también con algunos que fueron mis estudiantes en el Conservatorio, donde desarrollé la cátedra de arpa –señala. Es una relación muy hermosa en la que podemos hacer grandes obras semana tras semana. Somos realmente una familia y eso me llena mucho. Me encanta lo que hago, venir aquí y hacer música con estos colegas y amigos.

Elisa cultiva también una agenda muy intensa como recitalista y comenzará el año con una serie de presentaciones en la Ciudad de México y Cuernavaca.

Tocar con la orquesta y hacer música de cámara son cosas muy distintas, cada cual con su propio encanto –reflexiona. En el caso de la música de cámara, debe haber una identificación muy profunda con quien se toca y la exposición al púbico obviamente es mayor. Con la orquesta hay que escuchar a 80 colegas a la vez, observar al director y ocuparme de mi instrumento. Hacer ambos tipos de música –de cámara y sinfónica me fascina porque el arpa es mi vida… todo lo que hago es alrededor de ella.

¿Por qué el arpa? ¿Qué te sedujo de ella?

La belleza del instrumento es obvia –señala. El sonido del arpa tiene una vibración tan profunda que me llega a la entraña y me ofrece la mejor manera de interpretar mi música y llegar a la gente. En el arpa, toda la música está ahí, en el instrumento. A diferencia del violín, por ejemplo, en el que tienes que ‘buscar’ la nota, en el arpa lo que hay que saber hacer muy bien es afinarla. Una vez esto ocurre, las notas están ahí. Lo hermoso es cómo uno produce el sonido. Según sea la presión que se ejerza y la calidad de movimiento con el que se pulsan las cuerdas, es el sonido que se va a producir.

Otra de las cosas que la música y el arpa le han dado a Elisa es la oportunidad de dar alas a la amorosa labor social que desempeña con los niños y adultos del Puerto Rico Hope Lodge & Hogar Niños Que Quieren Sonreír y con los pacientes de cáncer del Hospital Pediátrico del Centro Médico, lugares en los que sus visitas –a veces acompañada por otros colegas de la OSPR son oasis de paz y esperanza en medio del dolor y la enfermedad.

Siempre tuve ese interés y darle curso no fue fácil –explica. Afortunadamente, Bárbara Ríos, de Hogar de Niños Que Quieren Sonreír, ha sido el enlace que me ha permitido durante más de un año realizar estas actividades para los niños y adultos, en el hogar, en el hospital. Más allá de lo que yo hago, de lo que toco, lo importante son ellos y lo que reciben a través de la música. A veces parece que uno es quien está dando, pero son ellos los que más nos dan cuando los visitamos, con su valor, con su cariño, con sus deseos de vivir. Esas personas nos dan una lección de vida. La satisfacción que de esto derivo es tan grande y gratificante como la que experimento cada noche que el público escucha tocar a la orquesta y, con su aplauso, nos recompensa. Es un público que saca de su tiempo y acude a la sala a escucharnos y apoyarnos.

¿Cuál es tu compositor predilecto?

Ravel –dice sin dudarlo un solo instante. Él tiene un depurado conocimiento del arpa, de su color. Me encanta tocar cualquier obra de él. por ejemplo, su Introducción y Allegro para arpa, viento y cuerdas. Es difícil escoger un sola obra… me maravilla el color que solo él sabe sacarle al instrumento.

¿Qué te mueve, qué te ilusiona?

Ver a mis estudiantes tocando conmigo y a otros niveles profesionales –dice. Me inspira seguir difundiendo la belleza del instrumento. No hay duda de que los ángeles en el cielo lo que tocan es el arpa.

Foto y vídeo: Eileen Rivera Esquilín

 

327 visualizaciones0 comentarios

Entradas Recientes

Ver todo
bottom of page