PORQUE ES un compositor contemporáneo –excelente, sin duda– que tiene como brújula crear “música hermosa, que el público pueda amar” y no piezas complejas “para expertos”, el maestro Alberto Guidobaldi añade a su repertorio una nueva obra –el Auto Sacramental de los Reyes Magos– que será estrenada mañana viernes a las 8 de la noche, como parte del concierto “Sigamos la Estrella” que se llevará a cabo en el Conservatorio de Música de Puerto Rico, con una segunda función el sábado a la misma hora.
El maestro William Rivera Ortiz dirige el Coro del Conservatorio de Música de Puerto Rico, el Coro Nacional de Puerto Rico y la Coral Ars Vocalis, con una orquesta de estudiantes del CMPR y los cantantes Vianca Alejandra Orama, David Guzmán, Christian Laguna, Brian Colón y Carlos Ortiz como solistas. Además del estreno del maestro Guidobaldi, el programa incluirá en su primera parte obras tradicionales del repertorio navideño.
–La idea es de Willy –dice Alberto, poco antes del inicio del ensayo del pasado martes.
–Llevo detrás de este hombre desde finales del año pasado –señala William–. Me encanta cómo él compone… le dije que tenía el texto del Auto Sacramental de los Reyes Magos, que ya lo hemos hecho, pero narrado, con algunas piezas entre las narraciones, pero yo quería que se cantara todo. Le dije que él era la persona para hacerlo.
–Tenía otro compromiso y en ese momento no podía, pero le dije que sí, que la quería hacer –explica Alberto–. Yo no conocía el texto, cuando me lo dio y empecé a leerlo, de inmediato en mi cabeza comencé a componer la música. Siempre le agradeceré la idea… el texto habla solo y la música está ahí, adentro, era cosa de cuadrarla, hacer que sonara… es un texto magnífico.
"El reto para mí siempre es hacer algo que el público pueda amar, sin necesariamente hacer algo diferente... Lo que me fascina es hacer melodías que el público pueda retener. Esto no es un concierto de música contemporánea para expertos"
Alberto Guidobaldi
Este auto sacramental es un texto anónimo del Siglo XII y Alberto trabajó también con una adaptación infantil del español Eugenio Florit de 1947, quien añadió un fragmento al final.
–Me basé en esas dos versiones para hacer la mía, bastante fiel al original, en la que lo único que hice fue acomodar el texto para que el coro tuviera una participación mayor. En el original el coro solo entraría al final, así que les quité material a los Reyes para dárselo al coro.
Con una duración de unos 35 minutos, esta suerte de oratorio se interpretará con vestuario y algún movimiento escénico.
–El reto para mí siempre es hacer algo que el público pueda amar, sin necesariamente hacer algo diferente –señala Alberto, profesor en el CMPR–. Lo que me fascina es hacer melodías que el público pueda retener. Esto no es un concierto de música contemporánea para expertos. Lo más hermoso para mí es cuando voy por los pasillos del Conservatorio y escucho a alguien tararear mi música… ¡eso es lo mejor!
–Cuando hicimos la primera lectura, tan pronto entro el coro tuve que parar, porque me corrían las lágrimas –comenta William–. Cuando escuché esos primeros seis compases, dije “¡wow!, y esto es solo el principio”… es cuando Baltasar descubre la estrella y el coro reacciona con asombro y reverencia. Cuando miré a los coralistas, algunos también estaban evidentemente conmovidos.
–Y es que la primera frase lo dice todo…. “Dios creador, ¡qué maravilla!” –apunta con elocuencia Alberto–. Se trata de hacer que la música que está implícita en esa idea se manifieste. Uno, como músico, tiene un clóset lleno de emociones, fruto de toda una vida de escuchar y de estudiar. Al momento de enfrentarse a la composición, es cuestión de buscar en ese clóset y ver cómo suena el asombro, cómo suena el encanto, cómo suena el dolor, cómo suena la pasión… eso es lo que uno pone en el papel y esto es lo más difícil. Es un trabajo difícil en lo técnico. A veces quizá uno pueda estar perdido toda una semana en un solo compás que dura un segundo, pero ahí, en eso, está la magia.
Fanático de la voz humana, Alberto asevera que “ese es el instrumento más hermoso”.
–Ninguno otro instrumento se le asemeja –afirma–. Y la voz tiene la palabra. Por eso la amo tanto, y amo la ópera, amo los coros. Luego de eso, los vientos, que es lo que más se le parece. Willy ha hecho un trabajo excelente con el coro, suena maravilloso. Cuando lo escuché por primera vez, pensé, “¡wow! ¿en verdad yo compuse eso?”. Suena espectacular.