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Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Los días de esas pequeñas cosas…


DÍAS DE quimioterapia, de inapetencia, de citas médicas, días largos, días grises, de soledad, días de silencio, días de incertidumbre, de desesperanza que va y viene, días de esperanza que viene y va, días de insomnio, días de añoranza, de melancolía, días de recordar aquel día, días de no poder olvidarlo, días de preguntar, de dudar, de orar, días de creer, de aceptar, días de docilidad, días de rebeldía, días de solidaridad, de comunión, días de fe, días de su ausencia…

Acabo de salir de la sede del Puerto Rico Hope Lodge & Hogar Niños que Quieren Sonreír -institución bajo el ala de la Sociedad Americana Contra el Cáncer- y en el camino a casa intento imaginar qué más cabe en esos días en que parecería no caber otra cosa, en los días de quienes un día sospecharon que algo no andaba bien con su salud, que otro día se hicieron algunos exámenes y que otro día el médico les dio ese diagnóstico que de entrada acerca el horizonte a la velocidad de la luz.

Pienso en ellos, en personas como las que acabo de ver y escuchar, enfermos y sus cuidadores, provenientes usualmente del interior de la Isla o de las Islas Vírgenes que ahí se hospedan transitoriamente mientras reciben tratamiento o acuden a citas médicas en el área metropolitana.

De camino a casa vuelvo a ver sus rostros y a escuchar su voces en ese breve paréntesis en el que un grupo de miembros de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico hicieron que, en uno de esos días en el que parecería no caber algo más, cupiese un poco de música y un poco de amor para iluminar ese camino que suele ser tan escabroso.

 

El gesto comienza con Elisa Torres, arpista de la OSPR, el gesto continúa con Bárbara Ríos, directora del Puerto Rico Hope Lodge & Hogar Niños Que Quieren Sonreír, y en el camino se involucran otros miembros de la Sinfónica, como los violonchelistas Luis Miguel Rojas y José Daniel de Jesús y, ahora, el quinteto de metales integrado por Felipe Rodríguez, Luis Sebastián Miranda, Héctor Quiles, Mariana Villegas y Anthony Calderón. Y también José Villegas y varios más.

Lo más reciente, una recolección de artículos de primera necesidad convocada para el ensayo del pasado 23 de septiembre, cancelado por el apagón, pero no así el deseo de quienes llegaron hasta la Sala Sinfónica para dejar su contribución que ayer fue entregada al hogar, por eso la visita de este pequeño grupo.

Por unos minutos estos artistas dejaron una marca en el recuerdo de esas personas que necesitan creer y pensar y sentir que el mundo sigue siendo de ellos, por unos minutos lo único que existió para ellos fue el brillo y el sonido de las trompetas, el trombón, la trompa y la tuba, por unos minutos los huéspedes de este hogar dibujaron sonrisas en sus rostros, por unos minutos se reconocieron al otro lado del puente, al otro lado, con unos días llenos nuevamente de todas las pequeñas cosas que hacen de la vida lo inmensamente hermosa y única que es.

Como bien dijo Elisa al final, si ellos -los músicos- llevan algo al llegar, es más, mucho más, lo que se llevan... lo que nos llevamos.

Gracias a ellos por hacernos recordar esas pequeñas cosas... que no son poca cosa.

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