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Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Méndez Caratini y su lente indomable en la Universidad del Turabo


CUANDO TODO ESTABA casi listo para la apertura el 13 de septiembre de la exposición de Héctor Méndez Caratini –denominada “Caminos Asiáticos”– en el Museo y Centro de Estudios Humanísticos Dra. Josefina Camacho de la Nuez, en la Universidad del Turabo, la llegada del huracán Irma el día 6 de ese mes planteó la posposición de esa inauguración para dos semanas después, sin imaginar que para entonces –justamente el 20 de septiembre– el huracán María determinaría entonces que esa postergación sería indefinida.

Poco más de un mes después –el 27 de octubre, en una mañana de bruma y lluviosa– la exposición quedó oficialmente abierta al público con una visita guiada en ‘petit comité’ a cargo del artista, con la compañía de la doctora Carmen Ruiz de Fischler, directora del Museo; Iris Noemi Serrano, directora de Relaciones Públicas del UT, y Esto es el agua.

“Caminos asiáticos” consta de tres ejes temáticos: “Los reinos de los Himalaya”, “Budas” y “Zen”, con un total de 62 fotografías que exploran estos espacios inherentes al paisaje, la religión y el misticismo de ese distante y milenario Oriente que siempre invita a la contemplación y la meditación.

Durante cuatro décadas Méndez Caratini se ha dedicado, no solo a documentar y difundir varios de los aspectos fundamentales de la identidad cultural puertorriqueña, sino también a viajar incansablemente para abrir una ventana a la alucinante diversidad que puebla el planeta.

–En esta misma sala, hace algún tiempo, tuve una exhibición sobre unos templos budistas e hindúes que quedan en Camboya –explica Héctor–. Me di cuenta de que me faltaba el elemento humano, porque había fotografiado solo las estructuras de piedra… quería a la gente. Al año siguiente decidí ir a los montes Himalaya, para retratar a las personas que ahí habitan, especialmente en los monasterios y comunidades aledañas.

Ese viaje a la cordillera de la que forma parte el célebre Monte Everest fue en el 2011. Dos años antes retrató a los Budas fueron y las imágenes del Zen fueron en 2013. zen dos años después…

–Esto es en el Tibet donde, si te fijas, lo cielos son espectacularmente azules –dice mientras señala una de las imágenes que dan sustancia a esta exposición –. Eso es tan alto y tan alto… en esos lugares el primer niño de la familia es entregado a algún monasterio para que se haga cargo de su formación hasta convertirlo en monje. Al segundo hijo no tiene esa suerte… Este palacio era donde vivía el Dalai Lama, pero tuvo que exiliarse en la década de los 50, cuando China invadió el Tíbet y el Dalai tuvo que asentarse en la India.

–¿Cómo reciben a los visitantes?

–No puede decirse que esto sea un lugar turístico, es muy aislado… en Bután, por ejemplo, no hay turistas –explica–. Es un país que quiere preservar la tradición y para eso es necesario impedir influencias de occidente, por ejemplo. Yo fui en un viaje educativo a través de la Universidad de Harvard… todas las noches nos daban charlas sobre lo que íbamos a ver al día siguiente.

–¿En qué medida se cumplieron tus expectativas en estos viajes a partir de las imágenes que se construyen desde la distancia, alimentadas por lecturas y películas?

–Yo siempre voy a mis viajes con la mente abierta a ver qué encuentro, con las puertas abiertas para que ese entorno fluya y deje su huella en mí y en mi cámara –explica–. Siempre voy con la mentalidad de aprender y siempre me sorprendo cuando aprendo algo nuevo… Sobre estos temas en Puerto Rico se conoce muy poco y siempre es bueno ser puente para que esas otras culturas sean conocidas por nosotros.

–¿Cuál ha sido la mejor lección que has tenido al sumergirte en estas culturas tan distintas a las nuestras?

–La mejor enseñanza de estos viajes es que uno tiene que vivir el momento con lo que uno tiene –dice– Estas personas tienen muy poco en el plano material, pero poseen una fe y una espiritualidad inmensas. Con eso, como que lo tienen todo. El budismo cree en la reencarnación y te dice que si en esta vida no logras tu objetivo, tienes la posibilidad de hacerlo en tu próxima vida.

–¿Qué influencia han tenido en tu propio credo esas religiones orientales a las que te has expuesto?

–Esa es una pregunta muy personal –dice con cautela–. Yo sigo explorando el universo, ¿sabes? Sigo explorando el catolicismo, el hinduismo, el budismo, el vudú, todas las creencias de la humanidad, sin haberme arraigado a ninguna en particular, sino anclado más bien al humanismo.

Continuamos el recorrido. Héctor habla de cada imagen como quien habla de un hijo. Bután, el “Tiger Nest”, que –según la leyenda– fue el lugar donde un monje llegó motado en una tigresa que salto la vacío y voló hasta el lugar donde se erigió la mencionada estructura casi sobre un abismo, los budas intervenidos que reivindican el arte del cartel, con aplicaciones cromáticas que en su origen son fotografias de muros sucios, con hongos, con la pátina del tiempo, trabajadas en Photoshop como parte de un proceso en el que Hector –enamorado de la tecnología– satura y juega con los contrastes .

Para la doctora Carmen Ruiz de Fischler, esta exposición es excepcional, no solo por sus valores estéticos y educativos, sino también por el momento coyuntural en el que se da…

–A mí me parece providencial, porque nos permite demostrar la importancia que tiene los museos en las sociedades –asevera–. En nuestro caso en específico, cuando llagamos aquí después de María, vimos una desolación enorme, pero, para nuestra sorpresa, cuando logramos entrar al Museo, nos dimos cuenta de las cualidades de su construcción lo convirtieron en una fortaleza. No sufrió daños y las obras tampoco. Antes de los dos huracanes habíamos estado montando la exposición y estaba todo bastante adelantado. Se habían mandado hace los letreros, los textos, los mapas y el catalogo, sin pensar que María sería lo que fue. Cuando abrimos los ojos a la realidad, tuvimos que habilitar algunas áreas del museo como aulas… y retomar la exhibición. Todos los letreros y explicaciones, tan necesarias en proyectos como éste, los había hecho la imprenta antes del huracán y pudieron venir a ponerlos, no así con el catálogo, que se pudo imprimir, pero que se subió al internet. Este huracán ha sido una lección para todos, tanto para nosotros como para el artista. Seguimos adelante. La exposición ya está abierta y seguiremos con nuestra agenda. Estoy segura de que “Caminos Asiáticos” es una exposición que nuestros estudiantes, maestros y visitantes nunca olvidará.

Para Héctor, lo más admirable de ver la exposición montada y abierta al público es “el sentido de resiliencia del pueblo puertorriqueño”.

–Esto es algo que ha quedado demostrado en esta Universidad y en su forma de encarar la secuela del huracán para seguir adelante –afirma–. Me siento muy feliz al ver mi obra en este estupedo Museo y agradezco profundamente a todos los que han tenido que ver con ello, en especial el doctor Dennis Alicea, rector de la Universidad; la doctora Carmen Ruiz de Fischler, directora del Museo y todos los que en él laboran.

El catálogo de la exposición cuenta con un ensayo del escritor Edgardo Rodríguez Juliá, quien señala que: “Esta muestra de Héctor Méndez Caratini nos ofrece un arte maduro, complejo, que ambiciona algo más que la semblanza de una cultura. Hemos pasado, de un estilo documental, a una indagación de las posibilidades artísticas y formales de la fotografía y también a su aspecto metafísico. Es un diálogo con su propio arte lo que nos presenta aquí el fotógrafo, y nos señala que ese arte, que una vez fue concebido como testigo de preferencia, se puede convertir en evidencia del misterio mismo que es la vida, esa extrañeza que tanto asombró a Borges –“todo es tan extraño”–, a Palés –“¡qué mundo más extraño nos rodea!”– y en realidad, a todos los poetas y metafísicos que en el mundo ha sido”.

“Caminos Asiáticos” está abierta al público de lunes a viernes de 8 a.m. a 5 p.m.

 
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