IMAGINARLA EN silencio es difícil, sin embargo, es amante de buscarlo, de convocarlo para estar a solas con ella misma, en la reflexión, para no perderse, para encontrarse, para mantenerse alineada con su centro y encontrar todos los días respuestas a las grandes preguntas de la vida.
Con una imagen extrovertida, festiva y de risa fácil, la actriz y comunicadora Yamaris Latorre comenta que esa aparente dualidad no es tal, sino solo dos aspectos de la misma mujer que desde niña tuvo la certeza de que era en las artes donde deseaba pasar toda la vida.
–Vengo de una familia con cuatro hermanos, en un hogar en el que las puertas siempre estuvieron abiertas para todos, tíos y primos, mis abuelos, una familia enorme, en Bayamón –dice con su habitual elocuencia-. En mi casa entraba almorzar quien quisiera, con mami todo el tiempo en actividades extracurriculares con nosotros, uno en buceo, otro en gimnasia, la otra en música y en modelaje. Una casa muy ruidosa… trabajo con la voz, en fin, por todo esto creo que atesoro tanto el silencio. Lo necesito diariamente. Mi esposo me conoce y respeta esos espacios que son mi forma de encontrarme con mi yo, para estar conectada conmigo misma y poder conectarme con los demás.
Asevera ser “muy reflexiva”, rasgo que pocas personas conocen de ella porque suelen verla siempre “muy sandunguera”, riéndose y hablando mucho, pero que en realidad tiene a buscar su propia compañía.
–Pienso en todo lo que he vivido y me doy cuenta de que me falta tanto por recorrer –asevera–. Soy muy agradecida por el trayecto, tanto en mi vida personal, como en la profesional, en todos los aspectos… Todos los días doy gracias, incluso con lo malo porque de ello he aprendido.
De niña no se imaginó jamás en otro oficio que no fuese el de actriz, con las sábanas de su cuarto como cortinas de un teatro siempre portátil al que llamaba a toda la familia circundante para que vieran y aplaudieran los espectáculos escritos y protagonizados –claro– por ella.
Ríe a carcajadas cuando recuerda esto, con la mirada puesta en aquella infancia en la que buscaba obras y personajes en la enciclopedia “todavía de papel” que había en su casa para hacer sus propias versiones.
–Pero al mismo tiempo me inicié en la música, porque mi papá vio la inclinación y comencé a tomar clases de guitarra en la Escuela Libre de Música Ernesto Ramos Antonini de San Juan –apunta–. Mi papá es pintor y por eso había esa sintonía y apoyo. En casa nunca me desalentaron, siempre me apoyaron en todo lo que quise hacer y estoy muy agradecida por eso.
"La base real está en el amor y en su expresión en todo lo que hacemos. ¿Para qué todo esto? La respuesta para mí es simple: para uno mismo y también para los demás"
Yamaris Latorre
Mientras estaba en la Libre de Música, Yamaris comenzó a tomar clases de arte en la Academia Dramática de Teófilo Torres, porque el actor y maestro era amigo de un tío suyo ya fallecido, puerta que su padre vio como una oportunidad para ver si el gran Teo “podía hacer algo por esta muchachita que tenía en casa corriendo y saltando”. De ahí pasó a la Academia de Luz María Rondón y Herman O´Neill y, al terminar su ciclo ahí, paso al Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico, donde se formó de la mano de maestros como Dean Zayas, José Luis Ramos Escobar, Idalia Pérez Garay, José Félix Gómez y Rosa Luisa Márquez, entre muchos más.
Ya desde que estaba en las academias, Yamaris había comenzado a hacer teatro y también televisión, como parte del elenco del programa Con lo que cuenta esta país. Al llegar al Departamento de Drama esta realidad profesional no se alineaba con el credo de la academia, donde la prioridad era la formación y no la fama.
–La filosofía del Departamento de Drama es que primero te educas y solo después se piensa en la fama –dice–. A pesar de que yo ya estaba trabajando profesionalmente, quería estudiar y por eso entré a Drama. Hubo caras largas aquí y allá, y se me cuestionó por qué lo hacía si ya estaba trabajando en televisión, pero siempre estuve enfocada en que quería estudiar. Necesitaba la academia.
Con grandes afectos por el teatro, Yamaris es parte del elenco de la obra que estrenó anoche Este mamalón se las trae, versión boricua de la comedia de Neil Simon titulada The Last of the Red Hot Lovers, junto a Suzette Bacó, Braulio Castillo y Lizmarie Quintana.
–¿Extrañas la televisión? ¿Extrañas la televisión que se está haciendo actualmente en Puerto Rico?
Ríe…
–La que se está haciendo ahora no la critico, no la juzgo…de hecho admiro muchos de los trabajos que se están haciendo, pero no me definen a mí enteramente –comenta–. Yo trabajé hasta el cansancio en muchos programas de sketches y ahora los veo, y no, no me veo en ellos. Si hiciese alguno sería con algo que me defina, no es que quiera cambiar el mundo con un sketch, pero… solo pido que se alinee con lo que es mi credo… Aquí hay demasiadas televisiones, lo que estamos viendo en Netflix, por ejemplo, es algo que no tenemos en Puerto Rico en términos de presupuesto y el presupuesto incide en la calidad del contenido, de manera que hay muchas cosas que me encantaría hacer, pero no necesariamente las que se están haciendo aquí, pero no le quito valor a lo que aquí se hace.
Yamaris participa en el programa dominical de Sistema TV BienEstar, responsabilidad en la que se siente muy cómoda.
–Como comunicadora me da la oportunidad de aportar y eso es lo que busco –asevera–. Es un programa que tiene que ver con la inteligencia emocional, desde una perspectiva muy cotidiana, de tú a tú con el público… me hacía falta algo así, refrescante.
–Llevas ya varios años como parte del programa radial matutino La Perrera. El "talk show" que transmite la cadena SalSoul. ¿Cómo llegas a la radio?
–Cuando era pequeña mi papá me compró un radio con un micrófono. En aquellos años yo trataba a mi hermana Jessica como si fuera mi muñeca –recuerda–. Tan bella ella, la adoro. Yo hacía programas de radio. Escribía los libretos, las canciones, yo las cantaba, era la moderadora y Jessica hacía todo lo que yo le decía que hiciera, Grabamos un cedé, Haciendo historia, yo era la protagonista, claro… siempre pensé en la radio como una oportunidad para mí. He estado en foros distintos, Radio Oro, WIPR, Sistema TV y ahora en SalSoul. Los públicos cambian y mientras el país evoluciona, cambia también la forma de hacer radio y la manera como el público recibe la información.
–¿Cómo armonizas la línea de La Perrera con lo que es tu credo?
–No te niego que es un poco chocante para mí ver cómo la radio en general ha evolucionado y para mí ha sido un reto bregar con la sociedad a la que estamos enfrentándonos hoy en día. El público es muy retante como un reflejo de la sociedad moderna y compleja en la que vivimos. Ese es el público al que queremos llegar y para el que me llena trabajar. El programa es de vacilón, de entrenamiento, para llegar de una manera cotidiana y liviana al público. Sin embargo, siempre hay los espacios en los que puedo dar un poco de mí, con algún comentario, una reflexión o en la manera de abordar un tema… con unos compañeros que adoro pero que no dejan de ponerme en aprietos, algo que también hace el público.
–La Yamaris familiar… Tu hogar, tu esposo, tus hijos… ¿cómo eres cuando no eres la figura pública?
–Mi esposo Francisco Goris es un chileno que llegó a Puerto Rico de 14 ó 15 años –dice–. Él ya es un “chilerrican”. Cuando me lo encuentro en la vida él ya tiene un hijo, Alejandro. De Francisco me llamó la atención el ser humano que es. Ya llevamos quince años de casados. Admiro profundamente su nobleza y su humildad. Mi hijo Ignacio ya tiene ocho años, pero lo precede Alejandro de veinte, a quien también amo profundamente y que es quien me enseñó a ser mamá. Ambos me han cambiado la vida y los amo por igual. Con Ignacio viví la gestación y el parto y eso es una revolución en el cuerpo, la mente y las emociones de una mujer. Si se sabe aprovechar la experiencia, es una transformación muy poderosa. Día a día me retan a ser mejor persona, son mis maestros. Ignacio es un ser muy sensible y eso me sorprende en una época tan compleja como la que vivimos. Se parece tanto a Alejandro que es como si yo también hubiese parido al grande.
–¿Qué te ilusiona en estos momentos? ¿Qué te mueve?
–Como suelen decir los políticos, qué bueno que me haces esa pregunta –sonríe–. Durante estos días ese ha sido un "issue" en mi vida y materia de mis últimas reflexiones. En los medios de comunicación estamos en una época de transformación y transición. Estoy viviendo eso y me pregunto hacía dónde voy. He tratado de enfocarme y regresar a la base, “back to the basics. Quiero construir socialmente, como comunicadora y como actriz. Los espacios para hacer todo esto pueden ser tantos y las plataformas están. Es cuestión de definir cómo me sigo abriendo paso.
Yamaris señala que su vida es un ejercicio constante de honestidad, sin intentar vivir para complacer a los demás.
–Este es un debate grande para las mujeres en nuestro país y algo que todas las noches llega a mi mente –reflexiona–. Como mujer, actriz y comunicadora me muevo en una industria muy competida y por eso mismo siempre busco centrarme en lo que soy y en lo que quiero proyectar en cada uno de mis roles.
–Cuando reflexionas en la vida y en el camino recorrido y te preguntas ¿para qué todo esto? ¿Qué respuestas has encontrado?
–Esa es una pregunta que nos hacemos hasta el fin de nuestros días, sobre todo cuando las cosas no van bien –expresa–. Siempre he pensado que la respuesta es más simple de lo que creemos, lo que pasa es que puede ser trillado y puede sonar de cuento de hadas, pero la base real está en el amor y en su expresión en todo lo que hacemos. ¿Para qué todo esto? La respuesta para mí es simple: para uno mismo y también para los demás.
Foto y vídeo de Eileen Rivera Esquilín
Espacio: Loft Haus, Ave. Roosevelt