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  • Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Suzette Bacó: "Quiero servir un poco de luz..."


AUNQUE LLEVA toda la vida viviendo con ella misma, no fue sino hasta hace apenas unos años que Suzette Bacó comenzó realmente a conocerse, a quererse, a estar consciente a cabalidad de su lugar en el mundo y a descubrir algunas de las razones fundamentales que dan sentido a ese estar aquí.

–La relación con uno mismo es la fundamental, la más permanente y la que menos cuidamos –diría en algún momento de la charla que tuvimos a media tarde de uno de estos días lluviosos–. Precisamente por los procesos tan intensos que he vivido durante los últimos años es que estoy donde estoy ahora conmigo, sintiéndome plena, y me encanta.

Se ha caído, se ha raspado las rodillas y se ha tenido que levantar, sin otra alternativa que prestarle atención a su yo. Y es por eso que ahora vive la vida como la vive y toma las decisiones que toma, guiada por sus valores y por lo que entiende que es responsable y que aporta a una mejor sociedad.

–Y en eso estoy desde hace algunos años –continúa–. Ha sido increíble ver cómo estaba de desatendida por mí misma. No me conocía realmente, tenía una idea de cómo yo era, pero no estaba segura. Definir que ahora lo importante no es complacer a los demás sino a mí, no ha sido fácil pero sí muy satisfactorio. Me ha costado muchas lágrimas y esfuerzo pero lo he logrado.

Hija de padres divorciados que se volvieron a casar entre ellos y se volvieron a divorciar, Suzette se recuerda como una niña alegre, algo insegura, pero feliz, acunada por el cariño inmenso de doña Ida, su madre, quien siempre dio alas a una creatividad que comenzó a manifestarse desde muy temprano.

–Mami siempre me apoyo mucho –asevera, atrapando al vuelo el recuerdo–. De niña yo hacía 'shows' y sentaba a todos en casa para que los vieran. Organizaba concursos de belleza y reunía a los vecinos. Mami tenía una paciencia y una tolerancia que rara vez la he vuelto a ver en un ser humano.

Así era Ida, su eterna cómplice en la vida, desde el amor y el juego. Cuando Suzette tenía que estudiar para un examen y repasar el material, Ida le hacía una pregunta y la niña, vestida como una “miss” contestaba…

–Hola buenas noches, vengo representando al pueblo de Bayamón, y la respuesta es…

Y doña Ida tenía que esperar a que la niña se despidiera, fuera a su cuarto y se cambiara de ropa, antes de que regresara como la 'Miss Guaynabo', quizá, para responder otra de las preguntas que vendrían en el examen del día siguiente.

–No era porque yo soñara con ser reina de belleza, no, sino por un juego –explica Suzette–. Yo tenía ADD pero no estaba diagnosticada porque en ese entonces eso no se conocía. Mami hacia lo que entendía que era lo mejor para mí, para darme alas para que yo pudiera estudiar. Y así podíamos pasar una noche completa antes de un examen… no sé cómo lo hacía, pero lo hacía.

"Quiero servir un poco de luz. El compromiso social es mi norte pero sin perderme en él y olvidarme de mí. Quiero un balance, vivir una vida simple, pero no por eso va a dejar de ser conmemorativa. Quiero ser feliz con lo simple de la vida, tranquila conmigo y con los que tengo cerca"

Suzette Bacó

 

Suzette nunca quiso ser otra cosa que no fuese actriz y con treinta años ya de carrera profesional, reconoce el apoyo inmenso de doña Ida y de toda su familia desde el inicio de ese camino que no tuvo como cuna el Departamento de Drama de la Universidad de Puerto Rico, sino la Universidad del Sagrado Corazón.

–Solicité en la UPR pero, como no tenía promedio, me ofrecieron hacer una prueba con Dean Zayas para entrar por talento –recuerda–. El día de la audición, llegué hasta el Teatro de la UPR, pero en la puerta di media vuelta y me fui, presa del miedo. Nunca me di esa oportunidad.

–¿Te arrepientes?

–Ahora no, pero en ese entonces sí, porque dejé que el miedo me ganara. Lo que está para uno, llega. En Sagrado comencé a estudiar producción de televisión, cine y radio. En el camino, la universidad abrió el Departamento de Drama y tomé todas las clases de teatro que pude. Luego de eso audicioné para La Pensión de doña Tere. El día de la audición volví a sentir mucho miedo y pensé irme, pero no lo hice y pasé la prueba. Eso fue en 1986.

Actriz que mayormente hace comedia, Suzette dice que profesa un gusto especial por este género, pero que también le fascina el drama.

–Pero una vez comencé a hacer comedia, se me encasilló ahí. Eso le pasa a la mayoría de los actores en el mundo –apunta–. Un buen actor debe saber hacer ambos géneros. Que si tengo uno como favorito, no, no lo tengo. Me atrae tanto la comedia como el drama. Que se me da mejor la comedia, sí, porque es lo que he hecho durante treinta años.

–Cuando se te encasilla como actriz de comedia la gente, el público, presupone que siempre estás feliz, presta a hacer un chiste… y tienes que hacer comedia en momentos en los que quizás estás viviendo un drama o simplemente la vida te apesta…

–Eso es así… te ven en la calle y te piden el chiste o que hagas la voz de un personaje, pero lo cierto es que mi vida es tan completamente normal como la de cualquier otra persona, con días buenos, días no tan buenos, días difíciles y días nefastos. Y tengo que hacer un 'show' o una obra y por ese lapso debo desconectarme de mi parte personal, vivir la comedia y dejar la lágrima para después. Eso es lo maravilloso de este trabajo, que por un rato puedes dejar de ser tú y convertirte en otra persona. Es un mundo de posibilidades que no deja de sorprenderme.

De todas las vidas que Suzette ha tenido la oportunidad de vivir a través de sus personajes, hay varias muy queridas, en especial la de “Doña Soto”, que creó –explica–

mirando el espejo de doña Ida, de su tía y de la madre de su amigo y colega Albert Rodríguez. Nació como parte de El Condominio, con Sunshine Logroño, y todo lo que él le dijo fue que el personaje era una señora que –como a ella– le encantaban los animales y era un poco cascarrabias.

–“Doña Soto” es la compilación de estas tres mujeres y de otras más que en el camino encontré –comenta–. Significa mucho para mí por la edad. Poco antes de fallecer, mami me dijo que envejecer era difícil porque, entre otras cosas, por dentro, ella no se sentía con la edad que tenía y quería seguir haciendo las mismas cosas de siempre y verse como se sentía, que eso ya no estaba ahí y que hasta que no se está en ese proceso no se entiende del todo. Cuando me dijo eso, me sentí muy mal porque yo le decía que había cosas que no debía intentar hacer. Envejecer es luchar contra el paso del tiempo, es verse de pronto ahí, sin apenas haberse dado cuenta.

Luego de eso, “Doña Soto” se volvió aun más entrañable para Suzette…

Con una vida en la que resulta imposible mantenerse alejada del ojo público, Suzette asevera que…

–No soy farandulera, para nada… y detesto los programas de chismes. La vida pública para mí es limitada porque yo no abro esa puerta, pero sí, cuando salgo a la calle, la gente se acerca y estoy agradecida con eso porque eso quiere decir que mi trabajo funciona y les agrada. A veces hay cierta invasión de la privacidad, pero he hecho las pases con eso porque es parte de esta carrera y mi familia también lo ha entendido así. Vivo agradecida inmensamente con todas las muestras de cariño de parte del público. Ese apoyo es el que me ha sostenido en muchos momentos de mi carrera.

–Fuiste anfitriona hasta hace poco del programa diario nocturno La noche encima, que se transmite a través del Canal 11 de Univisión… ¿qué sucedió? ¿por qué esa renuncia? ¿por qué acabo ese ciclo para ti?

–No siento que se acabó un ciclo, sino que el ciclo nunca empezó –asevera–. A mí me hicieron una oferta de algo en particular que no estaba sucediendo... que nunca sucedió. Era un ‘talk show’ en el que iba a haber variedades, comedia, el tipo de comedia que a mí me gusta hacer. La comedia sí se dio, pero fue cambiando. Estoy consciente de que todos los programas tienen que evolucionar, pero esos cambios no iban a la par con lo que hoy en día yo quiero hacer, con mi estilo, con lo que yo entiendo que es responsable y con lo que yo entiendo que aporta.

–¿Cómo llegaste a esa decisión? ¿Fue difícil?

–Esta carrera es una responsabilidad… todas lo son, vamos, pero el que entienda que esto de ser artista se trata de ir a las alfombras rojas y vestirse bonito, no, eso no es. Es una responsabilidad porque llegas a un montón de gente que te sigue y lo que dices o haces a lo mejor es una verdad para alguien. Yo quiero ofrecerle al público lo que se merece. No digo que lo que pasa en el programa el público no lo merece, para los gustos los colores. Lo que digo es que en este momento de mi vida y según lo que ha permeado durante la mayor parte de mi carrera, yo necesito sentir que aporto a mejorar la calidad de vida de mi país. Que la gente se entretenga, pero que dentro de eso también se quede con alguna reflexión. Y como eso no estaba sucediendo, decidí que yo no debía seguir, para beneficio también del programa porque el programa merece una persona que se sienta cómoda en ese estilo.

–¿Volverías a hacer televisión?

–La televisión local… es complicada. La televisión en nuestro país se deja llevar por los 'ratings', por 500 cajas que no están colocadas estratégicamente sino en un solo sector…

Quizás esa es la estrategia…

–En un solo sector socioeconómico y esas 500 cajas son las que deciden la televisión que el resto de nuestro país está viendo –continúa–. Y eso no es representativo. Los canales ofrecen la televisión que quieren los que tienen esas 500 cajas, no los demás.

–¿Qué viene por ahí para ti, qué tienes en agenda?

–Si surge algo de televisión en lo que me sienta cómoda, lo tomo… pero empecé a escribir un libro que voy a empezar nuevamente. Voy a terminarlo, para ayudar a otras mujeres que hayan pasado procesos difíciles. Sigo con mi compañía que hace eventos corporativos a través de la comedia. Aportar es lo que me llena... y el teatro. Pronto haré una obra de Neil Simon, con Braulio Castillo, hijo, Yamaris Latorre y Lizmarie Quintana.

–¿Qué reflexión haces de lo que has vivido y de tu realidad actual?

–En el camino muchas cosas me han movido el piso. Lo primero, la muerte de mi mamá, luego de mi papá, mi divorcio y luego el fin de mi siguiente relación. Son procesos que me han hecho crecer, muy positivos porque disfruto ahora de estar conmigo, disfruto ahora de ser quien soy y eso no existía antes. He aprendido a valorarme, a valorar mi sensibilidad y a medir mi deseo de dar, ahora con límites. Solía entregarme por completo y he aprendido a controlar eso. No retraso mis procesos de evolución… no hay cabida para eso. Nadie lo va a atrasar y no lo voy a permitir. Esto viene “con las velitas en el bizcocho”. Siempre he sido una persona muy respetuosa y considerada, pero antes me quedaba callada. No más. Por eso renuncié al programa y lo pude hacer con respeto. Que tengamos diferencias no quiere decir que seamos malas personas, solo que somos diferentes. Y el mundo está lleno de personas diferentes. Eso me causaba ansiedad, ya no. La gente es como es y da lo que puede.

–Luego de estos procesos, ¿qué sentido tiene para ti estar aquí? ¿qué sentido tiene haber vivido contigo misma todos estos años?

–Eso lo descubrí no hace mucho. Me di cuenta de que iba por la vida 'en automático'. Ahora estoy clara en el por qué y en el cómo y por eso es que voy a trabajar en cosas que me dejen sentir que puedo ayudar a otros. Quiero servir un poco de luz. El compromiso social es mi norte pero sin perderme en él y olvidarme de mí. Quiero un balance, vivir una vida simple, pero no por eso va a dejar de ser conmemorativa. Quiero ser feliz con lo simple de la vida, tranquila conmigo y con los que tengo cerca.

Foto y vídeo: Eileen Rivera Esquilín

Espacio: Loft Haus / Puerto Nuevo

 

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