AHÍ, DONDE ESTÁN los abrazos. Es en ese lugar donde habita la fortaleza para Quintin Rivera Toro. Los abrazos de sus seres queridos, de su familia, de su hija, de sus amigos, de las personas que le importan y de las personas que le importa que él les importe.
Por esos abrazos es que cada mañana la imagen que lo mira desde el espejo le dice que “trabaje duro”, que siga haciendo obra, que siga “aprendiendo a aprender”, que se siga buscando, no tanto ya para encontrarse como para continuar el viaje intentando descubrirse. De eso hablamos hacer un par de días con el pretexto de la exhibición titulada precisamente Trabaje duro que se inaugura mañana jueves a partir de las 7 de la noche, en el Museo del Antiguo Arsenal de la Marina Española, en Viejo San Juan y que se desplegará hasta febrero de 2017, en horario de 8:00 a.m. a 4:30 p.m. -de miércoles a sábado-, y -los domingos- de 10:30 a.m. a 6:30 p.m.
Esta exposición -curada por el artista y profesor Abdiel Segarra- reúne una serie de trabajos que individualmente y en conjunto apuntan hacia la crítica social y política en Puerto Rico, una de las aristas fundamentales que Quintín ha explorado consistentemente a lo largo de su trayectoria profesional de poco más de tres lustros, no como un proyecto retrospectivo propiamente, ya que no abarca toda la gama de gestos que identifican su canon creativo, sino que solo agrupa los que tienen en su ADN ese asunto ideológico.
Trabaje duro comprende obra creada entre el 2002 y el 2016. Algunas de las piezas incluidas como parte de la exposición son, Sibilings (Los hermanos), de 2002; Work Harder (Trabaje duro) de 2012; El Tapaboca, de 2013; y Una nación que no conoce su historia está condenada a repetirla, de 2010.
-A pesar de que llevo alrededor de 15 años como artista, no había tenido la oportunidad de trabajar mano a mano con un curador como Abdiel quien se echó encima por completo la responsabilidad de seleccionar las obras -dice Quintín. Me ha sorprendido que muchas de las obras que se han incluido no se habían exhibido anteriormente, así que mi mayor reconocimiento a Abdiel, quien lleva muchos años en esto y lo respeto profundamente.
Para este artista, uno de los aspectos “más emocionantes” de este proyecto es lo que ocurrirá precisamente mañana, durante la noche de apertura, con un programa que incluirá seis performances simultáneos.
-Invité a otros compañeros performeros a que participen conmigo, pensando en la idea de la sustituibilidad, de que podemos ejercer los mismos roles, independientemente de quién sea quien los propulse, un poco como de empuje hacia la colectividad, que es lo que me interesa -comenta el artista-. Durante la noche vamos a estar en seis estaciones diferentes a través del museo y en ningún momento la audiencia va a poder ser testigo al mismo tiempo de todo lo que está ocurriendo en todos los lugares a la vez… habrá que escoger un poco y transitar por el espacio. Luego de eso, lo que quedará en las salas son las obras objeto, casi todas muy confrontativas.
DE VIVA VOZ
"Lo mejor que le puedo dejar a Violeta (su hija) es contenido, declaraciones de lo que yo veo que está mal en el mundo y esperar que ella aprenda sus propios mecanismos para mover el sistema, para darle puyazos a la democracia"
Quintín Rivera Toro
Dice Abdiel en el ensayo que documenta el proyecto: “El ejercicio detrás de esta selección de obras, es observar detenidamente cómo se manifiesta lo poético y lo político como estrategia que delata la posición del artista. La vulnerabilidad hace evidente la intención de hacer de sus comentarios invitaciones abiertas a una conversación que ansía realizarse. Entre las piezas que conforman este evento, tanto las que se encuentran al interior de la sala como las que están distribuidas en los alrededores del Arsenal; su figura es una constante. En el caso de los performance, como accionador de las obras o como figura referencial, en el caso de las fotografías y los vídeos. Quintín es su propio objeto de estudio, tanto así que se ubica como medida de lo que señala y crítica, se incluye dentro de sus acusaciones, se castiga y se corrige en público, creando de algún modo una colección de evidencias sobre su proceso de transformación y cuestionamiento”.
Y al final declara que “Quintín al igual que muchos artistas, no ha tenido otra opción que fundar un país al interior del arte, y desde allí compartirlo con aquellos que estén dispuesto a traer algo”.
Conversamos en una de las salas del viejo Arsenal, un espacio poligonal y acupulado…
Escribo "acupulado" y dudo. Consulto la RAE y no, no existe. Igual lo dejo…
en la que -en cada uno de los nichos laterales- hay varias letras tridimensionales forradas con hojas de papel de periódico, no tanto de noticias como de anuncios. Quintin pasa la mano por una de las letras y cita a George Santayana: “Una nación que no conoce su historia está condenada a repetirla”.
-En Latinoamérica no se ha podido sostener una continuidad de lo que es esa memoria, bien sea a través de la crítica o de la historia -comenta. Eso está interrumpido por muchos procesos… En Puerto Rico, por ejemplo, siempre se habla de los cuatrienios, de que cada vez que entra una nueva administración se desbarata todo lo que se había construido en ese tiempo. El argumento es que no tenemos un mecanismo que nos dé esa continuidad. Aunque hay un gran caudal de historiadores en universidades, no hay un proyecto de país para documentar nuestra historia. Lo que sale a la luz pública es la prensa y entiendo que la prensa es ese mecanismo de continuidad histórica que tenemos en Puerto Rico.
-Por eso -añade- estas piezas están forradas con papel periódico, algo que es también autorreferente porque se repite, con un contenido que no es de reportajes o de información de relevancia histórica y reflexiva, sino mucha publicidad, mucho capitalismo… y ahí es donde caso esa reflexión de Santayana con el periódico.
-En ese ejercicio de mirarte en el espejo de tu propia obra, ¿qué reflexión haces sobre ti y sobre lo que has caminado?
-Me siento muy orgulloso de que el esfuerzo se ha sostenido, porque siempre es como un resistir -dice. Aquí los artistas bregamos con circunstancias muy precarias y con la posibilidad de continuar produciendo con lo que se tenga. Hay épocas en las que el dinero fluye más, pero no estamos viviendo algo así. La lección que he aprendido con los años es que se hace con lo que se tiene. Pienso que mi meta hoy en día es hacer lo más que pueda con lo menos que tenga. Es un cambio de paradigma. Antes se pensaba en la idea y se pensaba en la cantidad de fondos que se tenía que levantar para lograr esa idea. Ahora el paradigma no es ese, sino el de plantearse: “con lo que tengo, cuán grande puedo hacerlo, cuán impactante, cuán profunda puede ser la declaración”.
Hace cerca de año y medio conversamos en la víspera de la inauguración de una muestra de Quintin en una galería de Hato Rey. El Quintín de aquel entonces, a diferencia del actual, era sombrío, un tanto pesimista y atribulado. Se lo comento.
-Sí, es verdad, cuando hicimos esa entrevista, además de algunos asuntos personales muy turbulentos que estaba pasando, el discurso alarmista en el país estaba muy activo -explica. No es que haya desaparecido, pero creo que las cosas están mejorando. Veo más negocios nuevos ahora en Puerto Rico que en cualquier momento en mi vida, veo a la juventud de mi generación tirada a la calle, buscando ferozmente… Ver eso a mi alrededor me ha contagiado, aunque quizá tenga que ver con la realidad de que no hay más ná. Cuando se toca fondo, no hay de otra más que levantarse, sacudirse las rodillas y arrancar de nuevo. Sí, ya ha pasado un tiempo desde entonces y he podido hacer nuevos cuerpos de trabajos. El optimismo siempre ha habitado en mí. Soy una persona muy idealista.
Callamos durante un momento que parece demasiado largo.
-Me llama la atención, y eso lo dice Abdiel, que mi trabajo siempre parte de la vulnerabilidad -dice. Yo me utilizo a mí mismo muchas veces como ejemplo para dramatizar las circunstancias que estoy pasando y posiblemente lo que otras personas podrían estar viviendo. Abdiel dice en su texto que me castigo frente al público como testimonio de mi humanidad.
-Mencionas tu vulnerabilidad… ¿cómo es tu relación con ese Quintín vulnerable?
-Es un poco difícil alejarme del estereotipo del artista atormentado, pero la realidad es que los artistas no somos muy distintos de los que no lo son. También para los artistas puede ser difícil levantarnos los lunes, igual que nos sentimos eufóricos los viernes por la tarde. Creo que a mí lo que me toca es aprender a bregar con mis altibajos. No me siento diferente de otras personas que también tienen que decidir qué hacer con sus días.
-¿Cuál es tu mejor atributo? ¿Qué ha sido vital para ti para seguir adelante? ¿Dónde está tu mejor fortaleza?
Suspira...
-Sé que a veces las preguntas que hago son complicadas -le digo- y suelo hacerlas sin saber qué diría yo si me tocara responder. Pero la realidad es que ahora, en este momento no me toca a mí, sino a ti.
Se sonríe…
-Ok… ‘pues brega’ ¿no? está bien -acepta. Mira, lo primero que me viene a la mente es que la fortaleza descansa donde están los abrazos, ¿verdad?, donde está mi familia, donde está mi hija, donde está quien me quiere. Por eso es que a veces eso lo contrasto con esa experiencia de irse al exterior, en busca de progreso. Sí, hay que tirarse a la aventura, a buscar el dinero donde esté, pero la fortaleza está al otro lado del teléfono, cuando se escucha una voz querida, cuando se escuchan los coquíes, cuando se escucha "Verde luz" y se ‘esmelena’ uno a llorar… de ahi viene la fuerza.
-¿Qué tanto te pareces a la mejor versión de ti, a eso “mejor” que suele estar en lo que se crea con vocación de que sea obra?
-Eso no se cómo contestarlo, porque creo que mi práctica es, más que libre y azarosa, absolutista -reflexiona. Creo que a mí lo que me motiva a seguir haciendo arte, lo que me mueve a seguir encontrándome, es buscar nuevos lenguajes. No todas las piezas tienen por qué ser en madera ni cubrirse con papel periódico, pero sí todas las piezas se tienen que hacer. Me toca aprender constantemente nuevas técnicas, nuevos medios. Es más en ese proceso de ‘aprender a aprender’ donde yo me encuentro a mí mismo. Se trata de seguir buscándome. Creo que en realidad uno se encuentra cuando mira hacia atrás, cuando se ve lo hecho, pero solo como parte de un tránsito. Mirar al futuro es muy incierto. Me queda claro que sigo buscando nuevos horizontes, nuevos caminos, por ejemplo, estoy como profesor de arte en la Universidad de Puerto Rico y estudio un doctorado…
¿Qué ves para tu Violeta -ahora de 7 años- para dentro de una o dos décadas? ¿Qué quisieras ver para ella?
-Esperaría que pudiera dejarle algo mejor que lo que nos han dejado. Más que intentar dejarle un lugar que le dé a ella seguridad y estabilidad, me gustaría pensar que lo que tengo que hacer es prepararla a ella para su incertidumbre. ¿Cómo? quizá con el ejemplo de la manera como yo manejo la mía, mi incertidumbre. Me gustará dejarle un mundo mucho menos machista, un mundo mucho menos borroso, más transparente, pero eso no ocurre si uno no lo empuja… Lo mejor que le puedo dejar a Violeta es contenido, declaraciones de lo que yo veo que está mal en el mundo y esperar que ella aprenda sus propios mecanismos para mover el sistema, para darle puyazos a la democracia.
Al final, un abrazo, grande. Porque somos de abrazos, porque nos importamos.
Fotos y vídeo: Eileen Rivera-Esquilín