top of page
  • Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Talento de la IUPI con la NASA, en ruta hacia la Estación Espacial Internacional

Actualizado: 8 jun 2022



DE VEZ EN CUANDO la vida nos sorprende y le da una bofetada a nuestro pesimismo habitual. De vez en cuando eso sucede en un día como otro cualquiera, sin avisar y con la complicidad de la inercia cotidiana. De vez en cuando, al sobresalto por el golpe le sigue un súbito resplandor ante la posibilidad de que el optimismo y la esperanza sean posibles.


De vez en cuando…


Son escasos estos momentos, pero existen, como bien me lo demostraron recientemente Liz Santiago-Martoral y Alondra Rodríguez-Rolón, dos jóvenes estudiantes universitarias —29 y 25 años, respectivamente— ambas alegres, seguras, asertivas. La primera, a punto de finalizar su doctorado en Química; la segunda, en las primeras estaciones de ese mismo camino. Ambas orgullosamente jerezanas, con un amor inmenso por las ciencias y por su alma mater y —desde no hace mucho tiempo— amigas, unidas por la Administración Nacional de Aeronáutica y el Espacio (la NASA, por sus siglas en inglés), como parte de un ambicioso proyecto con destino final en Marte, con escala en la Luna, como parte del "NASA EPSCoR Cooperative Agreement Number 80NSSC20M0144".


Vinculadas desde hace tres años por su vocación por la investigación en el Programa Graduado de Química de la Facultad de Ciencias Naturales del Recinto de Río Piedras de la Universidad de Puerto Rico, ahora estas talentosísimas jóvenes —discípulas del doctor Eduardo Nicolai— están a pocos días de ver coronados sus esfuerzos cuando su experimento —el uso de filtros de membrana para la purificación de agua a partir de la orina en ambientes de cero gravedad-- sea enviado a la Estación Espacial Internacional (ISS por sus siglas en inglés) a bordo de un cohete que será lanzado desde el Kennedy Space Center, en Cabo Cañaveral, en Florida, próximamente. El despegue estaba programado para este viernes 10 de junio, pero fue pospuesto por problemas técnicos con la cápsul.


Este viaje del prototipo al espacio tiene precisamente como objetivo que los astronautas que residen en la ISS realicen las pruebas necesarias —en una ambiente real de gravedad cero— que comprueben que las teorías de Liz y Alondra funcionan y que su diseño es capaz de incorporarse a la carrera espacial de Estados Unidos que tiene como meta el llamado “Planeta Rojo”, vecino cercano nuestro a una distancia media de unos 137 millones de millas.


“Este proyecto se centra en la modificación de membranas para procesos de filtración de agua y nuestro interés es obtenerla de la orina, en condiciones de cero gravedad”, explica Liz, la responsable de este proyecto. “En este proceso utilizamos enzimas y cristales líquidos para degradar contaminantes emergentes o contaminantes biológicos específicos. En este caso nosotros queremos degradar un componente de orina que se llama ‘urea’ que también tiene aplicabilidad para almacenar y producir energía cuando se degrada. En síntesis, nuestro prototipo aspira a tres cosas: obtener agua limpia, producir energía y almacenarla”.


Según explica el doctor Nicolau, uno de los grandes intereses de la NASA es el diseño y ejecución “de misiones de larga duración”, como en este caso, resolver el desafío de abastecimiento de agua para viajes espaciales muy prolongados.


“Ante ese reto, es necesario buscar otros recursos”, explica el Dr. Nicoalu. “Es por eso que buscamos con el procesamiento de la orina podamos agua limpia. Nuestro enfoque en utilizar este tipo de membranas para lograr ese objetivo”.


Por eso digo que, de vez en cuando, la vida nos sorprende y ocurren cosas así, como esta charla con Liz, Alondra y el doctor Nicolau, con ese súbito resplandor ante una nueva oportunidad de creer que el optimismo y la esperanza son posibles.

El inicio de este programa se remonta al 2010 y desde entonces ha evolucionado, alimentado por el fruto de las investigaciones y experimentos no solo de los científicos de la NASA, sino también de la vasta comunidad de estudiantes universitarios élite que tienen en esta agencia el socio ideal con los recursos necesarios para que puedan realiza sus experimentos en las condiciones únicas que solo se encuentran donde la gravedad es prácticamente inexistente.


“Este es mi proyecto de tesis”, establece Liz, “Alondra se une a mí en este proyecto y juntas buscamos métodos para simplificar los procesos y llevar a cabo una separación más eficiente, utilizando material biológico como lo son los lípidos y las enzimas”.


Alondra señala que ella está en las etapas iniciales de su doctorado “y me uní a Liz recientemente, con ella como la líder del proyecto”. “Me involucré también --añade—porque estoy trabajando en un proyecto relacionado a membranas para purificación de agua ,pero con otro tipo de modificación. Por eso es que a ambas nos interesa trabajar juntas ene este proyecto de la NASA”.


Asimismo, el doctor Nicolau señala que las interacciones con estudiantes candidatos a participar de estas misiones de la NASA “se da de una manera orgánica”, en el marco de “unos intereses y unas líneas de investigación muy definidas y precisas”. “Dentro de esas líneas de investigación hay infinidad de proyectos y en un momento determinado surgió la oportunidad de someter una propuesta al Gobierno Federal a partir del trabajo de tesis de Liz Santiago”, comenta. Una vez nos dieron los fondos era obvio que Liz era la persona que iba a estar trabajando este proyecto porque estaba total y absolutamente alineado con su tesis”.


Con Liz ya de salida de la Universidad ante su inminente graduación doctoral, Alondra se une al proyecto —explica el doctor Nicolau— con el objetivo de que si algo imprevisto sucediese y se atrasase el lanzamiento de la nave con el prototipo a bordo, Alondra se ocupa de que el proyecto no se quedará desatendido.


Una vez los astronautas que tienen la Estación Espacial Internacional como residencia —que orbita a unas 250 millas de la Tierra, a una velocidad aproximada de una 16,700 millas por hora— se encargará de realizar los experimentos indicados por Liz y para lo cual ella y Alondra tuvieron que crear un manual de operación para los astronautas


A las 24 horas de realizados los experimentos —con un simulador de orina debido a razones prácticas y de seguridad— los astronautas se van a comunicar con Liz y Alondra para decirles si hay resultados visibles. Luego de eso el prototipo se colocará de nuevo en una en una caja y regresará a la Tierra en el próximo viaje de ola nave que vea y viene con alguna frecuencia de ISS a nuestro planeta y viceversa.


“Todavía yo no me creo que esté en este proyecto de la NASA… jamás imaginé que algo así me ocurriría”, asevera Liz. “Ha sido estupendo, no solo en el aspecto académico, sino también en el profesional. Viajamos a Houston y estuvimos cara a cara con los ingenieros y fue como “¡wow! estamos aquí, como estudiantes doctorales frente a personas que llevan años trabajando en esto y nos felicitaron tanto por el prototipo que realizamos como por el manual para. los astronautas. Fue muy especial vernos ahí y pesar en lo que somos capaces de hacer los estudiantes de la IUPI¨.


Respecto a su futuro como doctora en Química, Liz comenta que “todavía hay mucha ciencia aquí para hacer y Universidad igualmente tiene mucho para ofrecer en ese sentido”. “Estoy en el proceso de solicitud de empleo en Puerto Rico”, añade. “Si lamentablemente no puedo conseguir nada aquí, pues trabajaré un tiempo fuera, pero mi interés siempre será regresar”.


Para Alondra, ingresar al laboratorio del Dr. Nicolau “ha sido una oportunidad única que me reta”. ¨Hemos tenido muchas oportunidades de colaborar con la NASA y todo ha sido de aprendizaje… esto ha sido de lo que más ha aportado a mi carrera profesional, por la experiencia adquirida a través de todos los procesos que hemos tenido que pasar. Además ellos —la NASA— están pendientes de que nosotros estemos seguras y al día con todos los procedimientos, no solo como químicas, sino también en asuntos administrativas, algo que no es de nuestro entorno habitual


Alondra destaca también que “al entrar a este proyecto gané en Liz una amiga y una mentora”.. “Hemos trabajado todos los días —añade—y esto nos ha unido, no solo para trabajar este proyecto, sino también para demostrar que somos de Puerto Rico y que tenemos la inteligencia y la capacidad para trabajar con todo tipo de personas y que nos adaptamos a cualquier cosa. Con este proyecto deseamos inspirar a niños y niñas que deseen estudiar Ciencias, que se atrevan ‘que se queden en su país, porque la Universidad de Puerto Rico tiene mucho que ofrecer. En el campo de la investigación estamos trabajando intensamente para resaltar lo que tenemos acá, en nuestra isla, y que no se nos menosprecie, sino al contrario, que sea engrandezca lo que somos y que tengamos el pecho bien lleno de orgullo, porque somos de alto de calibre”.


Por eso digo que, de vez en cuando, la vida nos sorprende y ocurren cosas así, como esta charla con Liz, Alondra y el doctor Nicolau, con ese súbito resplandor ante una nueva oportunidad de creer que el optimismo y la esperanza son posibles.

 

Fotos: Héctor A. Suárez de Jesús

 

(Una versión abreviada de esta historia fue publicada el domingo pasado en El Nuevo Día)


142 visualizaciones0 comentarios

Comments


bottom of page