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Una primicia y un clásico en la clausura del Casals

Foto del escritor: Mario Alegre-BarriosMario Alegre-Barrios

CON UN ESTRENO en Puerto Rico y una de las obras más célebres del repertorio clásico culmina hoy el Festival Casals a partir de las 8 p.m. en la Sala de Festivales del CBA Luis A. Ferré, con la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico bajo la batuta del maestro Maximiano Valdés y un programa en cuya primera parte se interpretará el Concierto para violín y orquesta en re mayor, opus 61, de Ludwig van Beethoven, con Gil Shaham como solista, artista considerado entre los mejores violinistas del mundo.

Luego del intermedio, se escuchará en primicia en la Isla la ópera en un acto –en versión de concierto– de El castillo de Barbazul, opus 11, de Béla Bartók, con la mezzosoprano Michelle DeYoung y el bajo John Relyea como solistas. Gilberto Valenzuela está a cargo de los movimientos en escena de los cantantes, en el marco de una iluminación diseñada por María Cristina Fusté.

Según explica el maestro Valdés, el detonante de la idea de presentar El castillo de Barbazul para la clausura del Festival Casals, es una historia simple.

–El año pasado estaba dirigiendo el Don Carlos, en Madrid, y el cantante que hacia el papel de Felipe II era John Relyea –dice–. Luego de aquella función, él me dijo que estaba estudiando el Barbazul porque iba a ir a cantarlo a La Scala y que era la ópera que más le atraía para las características de su voz. Pensé que era una vergüenza que yo conociera tan poco esta obra y cuando regresé a Puerto Rico me puse a estudiarla. Me sorprendió muy gratamente y llamé a John para preguntarle si le interesaba cantarla con nosotros en el Festival Casals. Le di la fecha y aceptó. Viene de cantar esta obra hace unos días en el Carnegie Hall. (Aquí la reseña del New York Times).

–¿Qué lo sedujo de esta obra de Bartók?

–Luego de estudiar la partitura, supe que no podíamos dejar de hacerla –asevera–. Escrita en 1911 con un lenguaje tan radical y tan novedoso, me parecía que ofrecer El castillo de Barbazul era indispensable para la cultura musical de Puerto Rico y que merecía que corriéramos el riesgo de programarla. Se trata de una partitura rompedora, es una obra inesperada. Es cierto que tiene partes de Elektra, de Strauss y que tiene toda una gestualidad europea occidental, pero el contenido tiene un motor que proviene de una cultura húngara campesina con escalas pentatonales y los giros tonales de las melodías nos suenan como nuevos.

–¿Qué retos plantea para su interpretación?

–El problema es integrar esos elementos de canciones cortas folclóricas, en un tejido ininterrumpido de una hora de duración –explica–. Este nuevo tipo de sistema armónico en el que se basa El castillo de Barbazul, contiene la tonalidad menor… es una música que es pariente de la de Stravinsky, quien también usaba la tonalidad menor, que es la que produce un sentimiento de tristeza. Siendo la historia acerca de puertas que se van abriendo hacia el interior de un castillo –o hacia el interior de un ser humano– estamos siempre en un presente. No hay un pasado, no hay elementos que nos recuerden un comienzo y que nos indiquen un final. Según se van abriendo las puertas, la música es totalmente nueva, en toda su figuración con un nivel de fantasía extraordinario, me pareció que es una obra tan novedosa, repito, que decidimos presentarla, junto con el concierto para violín de Beethoven, que es una obra clásica. El último programa que dirigió Pierre Boulez, en Lyon, fue muy similar, también con Gil Shaham en la primera parte, solo que en esa ocasión tocó el concierto de Barber y no el de Beethoven.

El balance del Festival

–Al final del Casals, ¿qué balance y que reflexión hace luego de estas pasadas dos semanas de conciertos?

–Se ha hecho un trabajo muy importante al traer a todos estos artistas de enorme calibre, algunos muy conocidos, otros menos –comenta–. Creo que un momento muy importante fue el Tafelmusik, por el concepto del programa. El recital de guitarra de Lukasz Kuropaczewski fue extraordinario. Asimismo, creo que la síntesis del pensamiento de Buchbinder fue admirable…

–Aunque a la crítica no le haya gustado…

–Es que la crítica busca la perfección de la ejecución –dice–. En el caso de Buchbinder lo que me asombró fue la síntesis del pensamiento, la unidad de él con Beethoven. Fue un concierto magnífico. El concierto inaugural, con el Credo del maestro Penderecki, fue estupendo, con toda la carga emocional que tenía. También el del trío con Emilio Colón, quien hizo un trabajo excelente en su programa… y hoy nos toca a nosotros. He visto a la gente muy contenta… nos queda ampliar la base de público, acercarnos a la gente joven, ir fuera de San Juan y hacer del Festival lo que el maestro Casals quiso que fuese, un festival para el pueblo de Puerto Rico, como también lo dice doña Marta Casals.

 

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