POCO ANTES de que terminara la noche de este jueves, en la soledad de su camerino en el Metropolitan Opera House, el tenor Rafael Dávila –exhausto y casi en éxtasis– rompió en llanto con unas lágrimas que lo devolvieron a la realidad y a la certeza de que lo que había sucedido en las últimas horas no era un sueño, sino la memoria inmediata de una ilusión cumplida y largamente añorada: su debut en ese escenario sagrado en el mundo musical y, por si esto de por sí no fuese extraordinario, con la secuela de una estupenda reseña del New York Times.
Desde hace varios meses Rafi había pactado con el MET ser el “cover” (o sustituto en caso de emergencia) del estelar tenor argentino Marcelo Álvarez como el “Don José” para la nueva producción de Carmen, compromiso que desde que se concretó encendió en el tenor boricua la esperanza de que esto abriese una puerta para cumplir el que es uno de los grandes anhelos para quien vive su vida como cantante de ópera.
Rafi finalizó el 2016 ensayando la ópera en el MET porque Marcelo ya había estado indispuesto. “Marcelo llegó, ensayó y volvió a enfermarse y yo lo sustituí en ese proceso”, explicó telefónicamente este viernes desde Nueva York. “Y lo mismo sucedió cuando llegaron los ensayos en escena con orquesta. En todo momento me sentí muy cómodo y tranquilo porque se trata también de una ópera que he hecho varias veces, que la conozco muy bien y con un elenco con el que he trabajado en Washington, Kansas City, Minnesota … Me sentía muy en familia, acompañado de amigos, así que cuando me tocó hacerlo ayer fue muy natural”.
Para el cantante todo sucedió tan rápido que no tuvo tiempo –dijo– para darse cuenta cabalmente de lo que estaba sucediendo. En la tarde le dijeron que Marcelo no se sentía bien, que tenía que estar listo, “backstage”, por si acaso el argentino no podía continuar, para que él siguiera cantando mientras el titular salía del escenario.
“Precisamente pensé que esto iba a suceder, que Marcelo comenzaría y que luego yo entraría, pero cuando llegué al teatro me pusieron a vocalizar en un cuarto y luego me llevaron a escena para pasar los movimientos con las cantantes, porque la ‘Carmen’ también fue una sustituta de última hora, la mezzosoprano francesa Clémentine Margaine”, narró. “Marcelo fue a mi camerino antes de la función para darme un abrazo y desearme todo el éxito del mundo. Ya antes me había dicho que, si me tocaba cantar a mí, todo saldría estupendo y así fue”.
Rafi señaló que, cuando llegó al MET durante la tarde, el teatro estaba apagado y que así había evitado sentirse intimidado frente esa inmensidad y por la probabilidad que ante él se abría. “Cuando salí finalmente a escena, lo único que pensé fue que esa era mi octava producción de Carmen y que tenía en mis manos hacer de ella la mejor”, explicó. “Luego que terminó la función, llegué a mi camerino, me senté y me dije ‘acabo de hacer mi debut en el Metropolitan Opera’… y me eché a llorar”.
En esta epifanía en su vida Rafi no estuvo solo. Compartió el escenario con el cantante boricua Eduardo Valdés, mientras que en el foso, como parte de la orquesta, estuvieron Narciso y Rafael Figueroa, Pedro Díaz y Javier Gándara, Asimismo, tan pronto supo que era oficial su debut, avisó a Rosa, su esposa –quien llegó al MET en el segundo acto–, y a Carlos Carbonell y Gilberto Valenzuela, quienes estaban en una función de teatro en Nueva York y alcanzaron a llegar en el tercer acto. Asimismo, entre el público estaba también la soprano puertorriqueña Rosa D'Imperio.
“El apoyo que tuve de mi esposa, de estos amigos y de todos en la producción fue extraordinario”, añadió Rafi. “Todos estaban muy contentos e impresionados con mi trabajo. Estaba en el camerino preparándome, cuando escuché que en la sala se hacía el anuncio oficial de que Marcelo no podría cantar y que yo haría el papel principal. En ese momento pensé que el público protestaría, pero para mi sorpresa hubo muchos aplausos y vi eso como una señal de que sería una noche mágica. La ovación que me dieron al final fue también impresionante para mí. Al final tuve el honor de firmar la bandera de Puerto Rico, la misma que firmamos todos los que cantamos en el MET".
Luego de la función, al filo de la medianoche, toda el grupo boricua –comandado por el tenor, claro– fue a cenar a Fiorello –el célebre restaurante frente a Lincoln Center, frecuentado por artistas y público operístico– y ahí los clientes reconocieron a Rafi como el cantante que acababa de debutar en el MET y le dieron una nueva ovación, para luego pasar un buen rato dando autógrafos. “Es un sueño que todavía no creo”, aseveró.
Quedan ocho funciones más de esta producción de Carmen y Rafi podría volver a dar vida a "Don José" en alguna de ellas. Prometió avisar con tiempo para que lo acompañe
quien pueda dar el viaje al MET, donde los sueños a veces se cumplen.
Fotos del Facebook de Rafi Dávila