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  • Foto del escritorMario Alegre-Barrios

Jaime Morgan-Muñoz hace camino en Hollywood


A LOS LIBROS y al agua. A ellos están vinculados sus recuerdos de la infancia, a su amor por las historias, al placer de leer y a la posibilidad de contar, a la nostalgia de los días en casa de sus abuelos maternos, en Breña, cerca del mar.

Desde entonces Jaime Federico Morgan-Muñoz –escritor y guionista boricua que se abre camino en la selva fílmica de Los Ángeles– supo que su vida estaría enmarcada por la palabra. No podía haber sido de otra manera: fue un niño de letras, rodeado de libros, de lecturas, siempre con la inquietud de narrar historias, marcado por una temprana pasión por la mitología griega, por La Ilíada, y más tarde por los mitos indígenas de Centro y Sudamérica.

–Para mí ese tipo de historias muestran el concepto ideal de lo que es contar, como un reflejo de la manera cómo los hombres de aquellas épocas percibían el mundo –dice de manera pausada al explicar la fascinación que comenzó a definir su vida.

En Baldwin School Jaime tuvo una maestra de español que lo marcó de manera indeleble y le sirvió de guía para convencerse de que su vocación por la palabra escrita tenía no solo fundamento, sino también futuro.

–La señora Fernández... –recuerda–. Ella es una de las grandes influencias en mi vida porque nos enseñó que la narrativa de cada historia existe, no solo en la superficie, sino que hay algo más profundo. Estaba en noveno o décimo grado y recuerdo que nos hablaba de que los molinos en el Quijote efectivamente sí eran estos monstruos terribles, pero como una metáfora que representaba la tecnología más avanzada de esa época. Don Quijote simbolizaba lo más tradicional, un mundo antiguo e ideal, y de ahí lo que la lucha de Don Quijote contra esos molinos significa.

Recuerda que estaba en quinto grado cuando escribió algo por primera vez –“con alguna coherencia”, dice–, un cuento sobre el movimiento de los planetas en el cosmos, como gigantes enamorados que gravitaban en busca de la persona amada, historia que su madre –Josefina- “debe tener aún guardada”, como primera e inolvidable señal de que ese era el inicio de un camino que el tiempo convertiría en cauce profesional sin espacio para la duda, siempre con la certeza de que su futuro estaba en el mundo del cine, de la televisión, de la escritura para estos medios y así ha sido.

"La obra comienza con uno, pero debe terminar en el público. Escribir no una acción narcisista, en el vacío, sino que debe de tocar a alguien"

Jaime Morgan-Muñoz

 

–Sabía que quería contar historias y sabía que lo iba a hacer –apunta–. Desde los 9 ó 10 años también hacía animaciones… ‘stop motion’. No lo veía como una profesión, no pensaba en la parte económica, sino simplemente que eso era lo que me gustaba hacer.

Al graduarse de cuarto año en Baldwin en el año 2007, Jaime ingresó al Savanaah College of Art and Design (SCAD), en Atlanta, Georgia, donde cuatro años después culminó su bachillerato en producción de cine y televisión. En el proceso, ya había comenzado a trabajar en Puerto Rico en diversos proyectos con Paradiso Films y al finalizar en SCAD se mudó brevemente a Nueva York, donde trabajó en la producción de la serie de televisión Fashion King.

–Luego regresé a la Isla y durante dos años trabajé con SER de Puerto Rico, para el Teletón, creando contenidos, junto a Luis Pérez Adorno y el equipo de SER –explica–. Fue una experiencia extraordinaria que me permitió ejercitar el músculo narrativo a partir de historias que ya existen.

Sin embargo, Jaime no perdía de vista su deseo de trabajar algún día en Hollywood y vivir en las entrañas de lo que es considerada la Meca de la industria cinematográfica. En septiembre de 2015 cruzó el continente y se asentó en Los Ángeles, a la aventura, sin algo concreto en el panorama, solo con la certeza de que debía intentarlo. Durante mes y medio buscó trabajo –“algún guiso”, dice– con la esperanza de que alguna de las relaciones que había cultivado le abriese una puerta para demostrar su capacidad.

–Tengo muchas amistades en Los Ángeles y allá obtener un trabajo depende en primera instancia de las conexiones, del ‘networking’ –explica–. Algunos guiones que había escrito a los 18 ó 19 años me sirvieron como carta de presentación y eso me abrió la puerta. Suelo ser pesimista y no tener las expectativas muy altas, quizá como una manera de protegerme contra los reveses y decepciones, y así fui a Los Ángeles, sin grandes ilusiones. Es una industria sumamente difícil y competitiva.

En Los Ángeles Jaime escribió el guión –y fue el productor asociado– del documental Charles Lummis: Reimagining the American West, un personaje del siglo XIX que caminó desde Ohio hasta Los Ángeles cuando esta ciudad solo tenía 35,000 habitantes, mayormente hispanos y se enamoró de la cultura hispano-mexicana e indígena. Lummis –un anglosajón graduado de Harvard– fue uno de los fundadores de Los Ángeles Times y uno de los grandes luchadores por los derechos de los hispanos y los indígenas en el suroeste de los Estados Unidos.

–Uno nunca sabe cuándo se van a abrir las puertas y por eso hay que estar siempre listo para cuando eso sucede –dice Jaime–. Y eso me ocurrió con este trabajo, que me ha permitido demostrar que puedo escribir y hacer cosas de valor en un lugar tan luchado como Los Ángeles. Este documental ganó el National Entertainment Journalism Award y está participando en varias competencias. Esto me ha permitido mostrar la capacidad que tengo para contar historias con pertinencia, amenas y que les importen a la gente. Espero que pronto tengamos la oportunidad de hacer otro documental, con más recursos.

Además, Charles Lummis: Reimagining the American West le ha dado a Jaime la oportunidad de ser asistente actualmente del equipo de guionistas de The Strain, una serie de televisión de drama, terror y ciencia ficción estrenada en 2014, basada en las novelas de la Trilogía de la Oscuridad, de Guillermo del Toro y Chuck Hogan –con Del Toro y Carlton Cuse como productores– que ya se encamina a su cuarta temporada, que es en la que Jaime está colaborando.

–Claro que en este proyecto no disfruto de las libertades que tengo en mis propios proyectos, pero estoy aprendiendo como trabajan estos grandes de la industria –señala–. He estado aportando a mi educación, primero en la universidad y ahora desde la experiencia que me da estar desde adentro en esta serie de calibre extraordinario. Ha sido fascinante para mí… observo, hago bosquejos, investigo, en fin.

Aunque escribe en primera instancia para complacerse a sí mismo, Jaime está consciente de que el público es el que decide cuánto valor tiene para los demás el fruto de esa pasión.

–No me siento cómodo juzgado mis propios trabajos –asevera–. Además, sé que es necesario que lo que escribo sea importante para alguien. John Green, el autor de The Fault in Our Stars, dice que, si bien uno tiene el don de crear una historia, el público tiene el don de regalarte su tiempo. Es una transacción mutua… la obra comienza con uno, pero debe terminar en el público. Escribir no una acción narcisista, en el vacío, sino que debe de tocar a alguien.

–¿Qué has aprendido en el proceso? ¿Cómo reflexionas el camino recorrido hasta ahora y esta experiencia en Los Ángeles?

–Soy un boricua nacido y criado en Puerto Rico y, al pensar en el documental sobre Charles Lummis, estoy consciente de muchos paralelismos entre la experiencia en Los Ángeles y Puerto Rico –reflexiona–. Los Ángeles es multicultural y, sobre todo, hispano, en una constante búsqueda de su identidad. Es lo mismo que pasa en Puerto Rico y me puedo identificar con eso. Aunque la historia de Lummis no es la mía, de alguna manera nos parecemos y esto me ha hecho pensar cómo me relaciono con mi propia cultura. Pienso que al final se trata de qué le puedo dar yo al público que le ayude comprender mejor sus propias circunstancias y las de su entorno. Esto es lo que me mueve a hacer lo que hago y de alguna manera lo vivo como una misión.

 

Foto superior y vídeo: Eileen Rivera Esquilín

Espacio / West Beach, A Ritz-Carlton Residence, Dorado

 

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