
Ángel tiene tres años pero parece un hombrecito. Y es feliz. Muy feliz, a pesar de que -como muchos en su situación- ha tenido que aprender a luchar contra el cáncer prácticamente desde la cuna, sin que eso borre de su mirada el brillo ni de su rostro las sonrisas, como si supiese que cada día vivido es un día ganado y que solo el hoy es el que cuenta.
En seres como Ángel el quehacer de quienes se dedican al arte encuentra una justificación que trasciende los linderos habituales. Pienso en eso cuando veo a Ángel y cuando pienso también en cómo los talentos y las pasiones de los artistas dejan huella más allá del contexto eminentemente estético y formal de sus respectivos quehaceres, cómo esa dimensión trasciende lo que sucede -por ejemplo- en una sala de conciertos, donde cada sábado por la noche unos músicos tocan para un público durante dos horas, se entregan en cuerpo y alma y después de eso cada quien para su casa… y suele pasar inadvertido ese otro alcance de la dimensión humanística de lo que con tanto amor viven: tocar a aquellos que no suelen ser su público habitual, dejar una huella indeleble de felicidad en quienes muchas veces están agobiados por situaciones en las que cada día es una lucha por sobrevivir.
Esto es lo que hacen seres tan especiales como Elisa Torres, arpista, profesora, miembro de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico y -tan importante como todo esto- una artista comprometida con la misión de que su don por la música lleve un poco de luz y alegría a poblaciones como la del Puerto Rico Hope Lodge & Hogar Niños Que Quieren Sonreír, institución que -de la mano de la Sociedad Americana Contra el Cáncer- realiza una labor encomiable con la población que padece de esta terrible condición. Para más información sobre la amplia gama de servicios que ofrece esta entidad, puede visitar la dirección: http://bit.ly/2cQ8msc.
Este albergue temporero y libre de costo para pacientes adultos y pediátricos (y sus familiares cuidadores) ha sido abrazado por la amorosa iniciativa de Elisa que -de la mano del Comité de Alcance a la Comunidad de los músicos de la Orquesta Sinfónica de Puerto Rico- estará recogiendo artículos de primera necesidad destinados al uso de quienes residen en este hogar mientras reciben tratamiento médico, acopio que se realizará durante los ensayos de la OSPR abiertos al público -desde las 6 p.m.- de este viernes 23 de septiembre y del viernes 21 de octubre.
Bajo el lema “Los músicos de #tusinfónica te invitan a tocar más allá de la música”, está campaña se extenderá hasta el último día de octubre para recibir: PediaSure, Ensure y Boost (de vainilla y chocolate), pañales desechables para pacientes jóvenes en tallas S, M, L y XL, toallitas húmedas (Chubs), Clorox y Lysol, papel higiénico, papel toalla, detergente y suavizador de ropa, jabón de fregar, café, arroz, habichuelas en lata y artículos para merienda, como por ejemplo, frutas en lata, puré de manzana y jugos en caja sin colorante. Fuera de las fechas de esos dos ensayos abiertos, quienes deseen colaborar pueden entregar sus donativos a cualquiera de los músicos de la OSPR.
Esta iniciativa se deriva de otra labor que desde finales del año pasado Elisa realiza con este hogar: llevar su música frecuentemente, tanto a este centro como, a la sala de espera y a los pasillos del Hospital Pediátrico del Centro Médico en Río Piedras, porque ama profundamente hacerlo, porque eso le da un sentido aun más trascendental a su entrañable relación con la música y con el arpa.
Inquietud que no encontraba respuesta en ninguno de los hospitales a los que se acercó para llevar su arte, Elisa finalmente encontró eco en esta institución gracias a la gestión de Keyshla Marie de Jesús, sobreviviente de cáncer, quien fue residente del hogar y que -como estudiante de la Escuela de Artes Plásticas- conoció a Elisa cuando ésta tocó en esa institución. “Si bien es cierto que toda la música tiene un efecto sanador maravilloso, esto es aun más con el arpa”, explica. “Ella me puso en contacto con Bárbara Ríos, directora del Puerto Rico Hope Lodge & Hogar Niños Que Quieren Sonreír, me invitó a tomar parte en su fiesta de Navidad del año pasado, proceso que coincidió con el momento en el que ellos consiguieron un espacio en el Hospital Pediátrico Universitario del Centro Médico, donde cada lunes y miércoles, entre 10 a.m. y 12 p.m., el hogar lleva alguna actividad relacionada con el arte para los niños que están recluidos ahí y sus familiares”.
“Keyshla es una de nuestras becadas y fue durante su tratamiento que descubrió su vocación artística y decidió estudiar pintura”, explica Bárbara. “Ella es una joven luchadora que se ha superado increíblemente y que nunca se ha olvidado del hogar como parte de su proceso de sobrevivencia del cáncer. Ha seguido muy vinculada a nosotros y por eso es que Elisa llega adonde nosotros. Me habló del talento inmenso y de la belleza del alma de esta gran artista y amiga… para nosotros es un privilegio enorme que nos dé su corazón y su arte”.
Bárbara añade que varias oncólogas del Hospital Pediátrico le hablaron de su inquietud de llevar a esa institución “un espacio de paz” para ayudar de alguna manera a bajar los niveles de ansiedad de pacientes y familiares. “Son circunstancias muy extremas, en las que se enfrentan tratamientos dolorosos, incertidumbres inmensas y diagnósticos que pueden ser devastadores”, explica. “Logramos que nos diesen estos espacios de lunes y miércoles para llevar voluntarios con distintos talentos para que diesen ‘Un ratito de sonrisas en la clínica de oncología’, que es como se llama ese proyecto”.
Elisa fue una de las primeras personas que fue invitada a participar y desde entonces ha tocado varias veces, acompañada del gran colega Luis Miguel Rojas, violonchelista principal de la OSPR, quien también profesa una profunda vinculación artística y afectiva por este tipo de iniciativas. “En la pasada fiesta de Navidad del hogar, por ejemplo, más de trescientas familias fueron tocadas por la magia de su música”, afirma Bárbara, quien desde el 2004 trabaja con esta institución. “Quedaron todos fascinados ante tanta belleza y desde entonces se ofreció como recurso para ir al Pediátrico y así lo hemos programado según ella hace espacio en su agenda”.
“Siempre que vamos es diferente”, dice Elisa con la mirada brillante. “Les he tocado de todo, desde piezas del repertorio clásico, hasta cosas populares y música de Disney. A Luis Miguel le fascina participar y también me ha acompañado el guitarrista Ramsué López. Es muy hermoso lograr que, al menos por unos momentos, piensen en otra cosa que no sea su enfermedad y su tratamiento”.
Asimismo -añade Bárbara- se intenta que, además del elemento puramente estético, también haya un aprendizaje, porque muchos de esos niños y sus familiares desconocen lo qué es y cómo suena una orquesta sinfónica en vivo, algo que varios de ellos descubrirán durante el ensayo de este viernes, como invitados especiales de Elisa, de la OSPR y del maestro Rafael Enrique Irizarry, su director asociado y quien está a la batuta del programa sinfónico de este sábado.
“Uno va con la intención de dejar algo en ellos, pero al final es más lo que ellos le dan a uno, con su ejemplo, valor, pasión y deseos de vivir”, asevera Elisa. “Uno sale de ahí transformado… ojalá y más personas comprendan esto y se unan para hacer de la vida de todas estas personas algo un poco más luminoso”.